miércoles, octubre 24, 2012

Verónica Spaskaya, puente entre la literatura rusa y la cubana

Publicado en Cubaliteraria

La destacada traductora rusa Verónica Spaskaya fue recordada por varios intelectuales cubanos en un encuentro que organizó la sede de la Uneac en la ciudad de Matanzas, como parte de las celebraciones por el Día del Traductor.Su vida y obra fueron abordadas desde diversas perspectivas en las intervenciones de Lourdes Arencibia, Juan Luis Hernández Milián y Alfredo Zaldívar, así como en los textos que enviaron Julio Travieso, Jacques-Francois Bonaldi y Doris Gutiérrez, quienes no pudieron asistir al homenaje personalmente.

Lourdes Arencibia dijo que Spaskaya, fallecida en La Habana el pasado año, podía considerarse una especie de puente que facilitó y promovió el intercambio entre la literatura en lengua rusa y la cubana. Recordó además su desempeño en el Equipo de Servicios de Traductores e Intérpretes (ESTI).

En su texto, Julio Travieso evocó el año 1976, cuando una narración suya se incluyó en una antología del cuento cubano traducida al ruso por Verónica, acaso la primera (o al menos una de las primeras) de ese género dada a conocer en la Unión Soviética. Más tarde, Travieso la conoció en Moscú, donde constató que ella “formaba parte de excelentes traductores como Margarita Bilínkina, quien llevó a su lengua a Carpentier y a García Márquez; Ela Braquinskaia, Nicolai Pogosov, entre otros”.
“La próxima vez que nos vimos —comenta Julio— fue en los años 80, cuando Verónica vino a trabajar en Cuba, invitada, si mal no recuerdo, por la Editorial José Martí.”Juan Luis Hernández Milián, traductor al español de Puskin, Esenin, Visostki y otros autores rusos, recordó el apoyo que Spaskaya le dio en todo momento, las consultas, el prólogo que le hizo a uno de sus libros, los consejos...

“En una ocasión —recordó Juan Luis— me dijo que resultaba más difícil traducir la prosa de Puskin que su poesía. Y tenía razón. Con Puskin ocurrió otra cosa. Leyó la traducción que hice de Ruslán y Liudmila y le pareció demasiado seria. Estimaba que ese texto Puskin lo había escrito en una etapa juvenil, y que el tono era más bien ligero, juguetón, irónico... juvenil. En eso también tenía razón, así que enseguida me puse a trabajar en tal sentido.”

Bonaldi y Doris Gutiérrez hicieron referencia a los momentos que vivieron con ella, cuando le pidieron ayuda para traducir Tío Vania, una obra de teatro de Antón Chejov, que pensaban llevar a las tablas.

Alfredo Zaldívar, poeta, narrador y editor, mencionó algunas experiencias personales con la Spaskaya, en las que se pudo apreciar su carácter ríspido, que no soportaba las medias tintas, y una evidente cubanía, asumida durante su larga residencia en la Isla.Este encuentro contó además con la participación de varios traductores matanceros, como es el caso de Laura Ruiz, Luis Martinto e Israel Domínguez, quienes se refirieron de modo general a las peculiaridades de ese oficio y leyeron algunos de los textos que trasladan al español en estos momentos.
 

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