lunes, agosto 15, 2011

Daneris Fernández: entre dos aguas

(Publicado en tvyumurí)

Entre dos aguas: la narrativa y la historia, se desplaza desde hace algunos años la labor literaria de Daneris Fernández. Las últimas noticias de este navegar fueron su libro Historia del Teatro Sauto, ganador en 2009 del Premio José Luciano Franco, otorgado cada año al mejor texto histórico dado a conocer en casas editoras provinciales, y el volumen de cuentos Katiuska Molotov y el arsenal ruso, el pasado año premio de la crítica Orlando García Lorenzo, reconocimiento que entrega la filial provincial de la UNEAC en Matanzas.

—Las técnicas literarias se perciben la redacción y en la estructura de Historia... A veces hasta recreas determinadas escenas. ¿No ha traído polémica en ‘el mundo de los historiadores’?

En cierta forma, sí. Pero qué se le va a hacer. Cada cual escoge un camino, un modo de hacer. Y yo me voy por este. Además de la rigurosa investigación, los historiadores tenemos una responsabilidad adicional: lograr que nuestros textos se hallen bien escritos y resulten atractivos.

En tal sentido me adscribo al criterio del historiador Eduardo Vásquez Pérez en cuanto a que no siempre lo entretenido es poco serio y por el mismo motivo no siempre lo aburrido resulta algo riguroso.

A mi modo de ver una buena parte de nuestros investigadores no deslindan entre la tesis doctoral, más académica, más ‘seria’ en su escritura, y el libro, que debe ser más fresco, más fluido, tanto en la redacción como en la estructura.

—La narrativa, es decir, algunos de sus instrumentos, han apoyado tu labor como investigador. Sin embargo, la historia no se ha colado en tu narrativa... ¿Acaso no te atraen las tramas de época?

El hecho de ser un narrador con una formación historicista y de moverme entre esas dos aguas –ya con esta imagen se deduce que no son compartimentos estancos- me ha permitido exorcizar mis demonios equitativamente.

Lo que en verdad me inquieta y seduce es el conocimiento del alma humana, y me interesa además el destino de mi país como nación, como ente político-cultural. La historia me lleva hacia el hombre de otras épocas; la literatura, hacia el hombre contemporáneo.

En cuanto a la historia, le presto mucha a atención a la vida común. Necesito saber cómo se vestían los cubanos del XIX o los de los primeros años del siglo XX, los de los cincuenta, qué comían qué música escuchaban, qué leían, cómo hacían su toilette, como dormían y como se amaban. Te imaginaras que con todos esos datos es fácil sucumbir a la idea de escribir un relato o una novela de época. Pero hasta ahora he resistido la tentación.

—Por cierto, resulta curioso que el modo en que buscas el alma humana contemporánea –siguiendo tu idea– difiere bastante en tus dos libros. ¿Estás de acuerdo son eso?

—En mi primer libro de cuentos, Música de Fondo, mis personajes, sin llegar a estar al margen, se hallaban muy encerrados en sí mismos. Incluso esto se trasmitía a las atmosferas y a las locaciones que construía. Tanto es así, que llegué a acariciar la idea de escribir un libro en el que todas las historias se desarrollaran siempre en una habitación y alrededor de una cama sobre la que siempre habrían dos personajes en conflicto.

En Katiuska …, se aprecia cierta apertura, obligada esta por la exacerbación de la congoja que cerca a sus protagonistas, lo que los impulsa necesariamente a interactuar con los otros. Esto me ha hecho hablar y reflexionar sobre el aquí y el ahora, a esbozar de alguna manera cierta crítica social. Todo vinculado de alguna manera con la historia más reciente. Creo que es este el texto más maduro, el que con más autenticidad ha logrado reflejar esas reflexiones sobre el ser humano.

Julio Blanco: “Los Talleres Literarios no han dejado de ser importantes”

(Publicado en tvyumurí)

Algunos le han dicho rotundamente que el movimiento de Talleres Literarios ya no tiene sentido alguno, pero Julio Blanco, escritor de literatura infantil residente en el municipio de Cárdenas, no acepta eso.

Puede que les falte algo, concede: puede que no tengan el mismo ritmo, el mismo entusiasmo de otras etapas, como por ejemplo la de finales de los años 80, pero a lo que en verdad no le halla sentido es a decir que no hacen falta o que no cumplen con una importante función en estos momentos.

Con siete libros publicados, Julio Blanco relaciona gran parte de su formación artística al aporte que le fueron dando los Talleres Literarios.

“Empecé en uno que hacía el profesor Luis Espino en la Escuela Vocacional Carlos Marx, de Matanzas. Yo escribía sin ni son, a como saliera, y los criterios, los conocimientos elementales que me dio Luis Espino fueron esenciales para encausarme.

“Él, además, me hizo vincular al mundo artístico local. Me hizo a conocer a Carilda Oliver Labra, a Luis Marimón, a Luis Lorente. Recuerdo incluso la vez que estuvo Benedetti en la histórica casa de José Jacinto Milanés.

“Varios años después, ya graduado de Medicina Veterinaria, me incorporé en Cárdenas al Taller Literario Fray Candil, en donde me relacioné con los asesores Alberto Expósito y Brunilda Oves, y con los escritores Vicente Piqué, Jorge Luis Romillo, Teresita Cárdenas, Roberto Bueno Castán y José Beltrán.

“Por último, como para finalizar mi carrera de ‘tallerista’ por todo lo alto, estuve en el de literatura infantil organizado desde hace varios años por José Manuel Espino, por el cual han pasado, entre otros creadores, Yanira Marimón, Loreley Rebull, Cecilia Soto, Hebert Poll y Anelys Fundora.

“Y eso que me dieron los Talleres Literarios a mí, es lo mismo que hoy le pueden dar a los nuevos escritores en formación: luz y, por supuesto, compañía, gente como uno, con perspectivas, con intereses, con sueños más o menos similares, todo lo cual da ánimos para seguir, para superarse.”

Así que de ningún modo cree que se pueda prescindir de su funcionamiento, sobre todo para los creadores que viven en el interior de la provincia. Si no existieran, ¿qué otra alternativa de intercambio, de aprendizaje les quedaría?

Ahora bien, Julio Blanco admite lo necesario que es mejorar su trabajo, readecuarlo a las nuevas necesidades, a las nuevas circunstancias.

“Los especialistas deben prepararse mejor, hay que facilitar más intercambios entre los diversos municipios, pueden traerse cada vez más escritores de primera línea de otras provincias, enfocar todo esto de manera inteligente para que los Talleres Literarios recobren su jubilosa actividad de otros tiempos.”

miércoles, agosto 10, 2011

Johann E. Trujillo, diseñador premiado


(Publicado en tvyumurí)

Johann E. Trujillo acaba de obtener el Premio Anual de Diseño del Libro Raúl Martínez, en la categoría de colección, hecho que sin dudas jerarquiza desde diversos puntos de vista la obra que lleva a cabo en Ediciones Matanzas desde hace casi diez años.
Otorgado por el Instituto Cubano del Libro, en un certamen donde participan todas las editoriales del país, este premio fue a manos de Johann por su colección del Premio de Fundación de la Ciudad 2010 (con los volúmenes Ojos que te vieron ir, ensayo de Juan Ramón Ferrera; Se fue anoche, poemas de Rigoberto Rodríguez Entenza y Paperback writers, novela de Raúl Flores).
Nacido en 1977, Johann ya cuenta con una obra intensa y extensa que además de libros, plaquetes, boletines y revistas, incluye programas de mano, invitaciones, carteles de formatos que llegan a la gigantografías, así como diseños de stand, escenografías, ambientaciones y hasta discos. De hecho, se debe mencionar que en la actualidad comparte su labor como diseñador principal de Ediciones Matanzas, con la de responsable de la gráfica de Teatro Papalote.
Pero es sin dudas al arte del libro a lo que ha dedicado más tiempo, y donde ya va dejando una marca consistente, trascendente, que ahora el Raúl Martínez viene a confirmar.
Sus inicios en esta profesión parten de un curso elemental de diseño gráfico que en 1996 recibió en Ediciones Vigía, a la cual se incorporó desde ese mismo instante. Hizo más de 30 títulos en esta casa editora, reconocida en el mundo por sus hermosas producciones manufacturadas.
A estos primeros conocimientos vino a sumarse el encuentro con la plástica y la gráfica europea, sobre todo la española, que, según ha escrito el poeta y editor Alfredo Zaldívar, le permitió combinar estudios de diseño y trabajo en medios para él entonces nuevos.
Empezó a vivir una experiencia significativa en Ediciones Matanzas, a la cual se incorporóen el año 2002, cuando realizó toda la propuesta gráfica de El gran festín, volumen del dramaturgo René Fernández.
Pienso que su entrada en Ediciones Matanzas lo ayudó a encontrar el camino hacia la madurez creativa. Debo rectificar: más que ayudar pudiera decir que lo obligó, pues Ediciones Matanzas le planteó un reto grande: el trabajo con Sistema de Impresión Digital Riso, cuyo uso se generalizó en las casas editoras de todas las provincias.
En aquellos tiempos (y creo que todavía no se ha apartado del todo esa primera acogida), la Riso no era mirada con buenos ojos, casi lo único que se escuchaban eran quejas y más quejas sobre sus limitadas posibilidades: se trata de un sistema de impresión no profesional.
Desde el primer momento, Johann trató de emplearse a fondo para dar con las mejores formas de utilizarla. Ediciones Vigía, cuyo espíritu era el trabajo con escasos recursos materiales, le había enseñado que todo puede aprovecharse.
Como casi la única oportunidad que la Riso daba era el empleo del blanco y el negro, empezó a manejarlos con astucia para alcanzar los mejores resultados posibles. Empezó a manejar las gamas de grises, los ocres y los sepias. Empezó a trabajar el grafismo.
Además del propio acercamiento a los libros, uno de sus logros más a la vista lo ha constituido la Revista Matanzas, donde se ve con nitidez cómo echa mano a todos esos elementos, donde se resume la verdadera maestría lograda a partir de su aprovechamiento de las no pocas bondades de la Riso.
En los últimos tiempos, ha seguido experimentando. Además de llevar algunas cubiertas a otros medios como el off-set, en dos o más cromías, combina la impresión risográfica con la serigrafía.
Siempre está envuelto en alguna búsqueda, y no es sólo una búsqueda en lo relativo a la técnica, al dominio de su profesión que le permite hallar respuesta a cualquier reto, sino también fantasía, creatividad.