lunes, agosto 26, 2013

José Kozer “dicta” diez pautas para escribir poesía

El poeta cubano José Kozer, radicado en Estados Unidos desde 1960, ha dado a conocer una especie de decálogo, con los fundamentos que él considera de imprescindible cumplimiento por todo aquel que quiere escribir poesía.
Las “Diez Pautas”, como ha denominado en realidad a su decálogo, aparecieron formando parte de la sección de anexos que se encuentra en las páginas finales de Índole, un libro de versos que publicó recientemente en Ediciones Matanzas.
 Las formulaciones abarcan diversas perspectivas del proceso de creación, desde actitudes del poeta en relación con su existencia cotidiana hasta señalamientos que se refieren a la parte práctica del oficio.
 En la primera de estas recomendaciones alude a la necesidad de estar en contacto directo con las letras en todo momento: “Leer toneladas de libros, leer a todos los poetas de todos los tiempos y culturas, de modo asistemático y a mansalva”.
 A su juicio, este hecho “estimula la escritura” pero lo cierto es que implica algo más: es también la entrega, el compromiso absoluto con la literatura, en este caso, con la poesía, y sobre esto abunda en otro de los preceptos, cuando dice: “O se organiza la existencia alrededor de la escritura o no se escribe”.
 Sobre el proceso de aprendizaje opina que lo mejor es el estudio de la mala poesía, la buena —según cree— no es aconsejable puesto que esta se acerca demasiado a lo perfecto y entonces no se ve nada. En otro momento dice también que no se debe aprender de los escritores —y mucho menos de los poetas— sino de los músicos, pintores, arquitectos...
 Kozer hace recomendaciones prácticas para el proceso de escritura: “la ortodoxia y la simetría pueden acompañar, pero la irregularidad es la mejor compañera”; “Escribir desde un impulso original, plegándonos a la fuerza (no al esfuerzo) de los sentimientos”; “Saber dónde terminar un poema (es algo instintivo), donde soltar la pluma”; “escribir de sopetón; lenta corrección”.
 La última pauta insiste en algo que parece elemental, obvio, pero que resulta básico para el poeta: lo importante es escribir: “No evocar, escribir. No pensar, escribir. No mirar, escribir. Tener fe en el arranque (...) dejarse llevar: el poema corre por su cuenta, solo hay que ayudarlo a parir.”
Índoles recoge unos 30 poemas de Kozer. Cuenta con edición de Alfredo Zaldívar y con sobrio diseño de Johann E. Trujillo.
 Nacido en La Habana en 1940, Kozer ha dado a conocer a lo largo de su vida cerca de 60 libros y una veintena de plaquettes, y se considera por la mayor parte de los estudiosos como el poeta cubano más relevante de los que han realizado toda su obra fuera de la nación.
 Con anterioridad, en Cuba solo se habían publicado tres de sus libros: Réplicas (Ediciones Vigía, 1997), la antología No buscan reflejarse (Letras Cubanas, 2001) y Semimovientes (La Torre de las Letras, 2007).

Publicado en Mar Desnudo

Margarita Aldanás: “Solo quien perdona alcanza la paz”

Un mujer que dialoga acerca de sus conflictos existenciales con la sociedad y con ella misma, una mujer que encuentra en el perdón el instrumento que necesitaba para pasar páginas dolorosas y abrir otras nuevas; una mujer en esas circunstancias se presenta como protagonista de la novela Las manos de Pedro que la escritora matancera Margarita Aldanás ha dado a conocer en la Editorial Oriente, de Santiago de Cuba.
“Ella, el personaje principal, ha sufrido mucho, tiene problemas en su hogar, en la relación con el ambiente del pueblo en el que vive, y en el orden personal experimentó un suceso muy fuerte: una violación sexual”, comenta la autora.
“Sin embargo, a pesar de todo esto, sale adelante, y lo consigue  aprendiendo a perdonar: solo quien perdona logra la paz que se necesita para estar con su propio ser en todo momento, sean las circunstancias que sean.”
Esta es la primera novela de Margarita Aldanás, quien hasta ahora había publicado los libros de poesía Una mujer lo sabe (Ediciones Matanzas) y Cartas para Anton (Editorial El carro del sol, Barcelona). Había dado a conocer además algunos cuentos en revistas y antologías de ese género.La novela se desarrolla a modo de monólogo de la protagonista y, como dijera el escritor Ulises Rodríguez Febles al presentar este volumen en un espacio de promoción literaria en la ciudad de Matanzas, sigue “una narración cronológica de su biografía, y otras cronológico, con interrupciones y transiciones, bruscas, imprecisas o lentísimas, como pedazos dispersos de disímiles discursos que se funden en uno solo”.
Las manos de Pedro —agregó Ulises— es una novela, que cuando uno la lee, descubre, en la primera palabra, ella, como el foco discursivo es la mujer, una mujer de hoy, de varias épocas y latitudes, pero especialmente nuestra, de ahora mismo, que nos cuenta o de la que cuentan, su tragedia, con sus caídas y traumáticas maneras de levantarse, incluso de las humillaciones, de las vejaciones, del dolor que va más allá de las vísceras.”

Ruth Behar: Las calles rotas de mi ciudad

El pergamino Las calles rotas de mi ciudad, que contiene un poema de la escritora e investigadora cubano-americana Ruth Behar, es la más reciente publicación dada a conocer por Ediciones Vigía, en la ciudad de Matanzas.
El poeta Israel Domínguez, quien tuvo a su cargo las palabras de su presentación oficial, afirmó que este es un texto nostálgico, en el que siente añoranza por el pasado, por lo que fue y solo volverá a ser en la memoria.
 “El sujeto lírico de este poema se encuentra con una ciudad natal transformada, distinta a lo que fue, y a partir de esto echa de menos a tantas cosas que ya no son; la ciudad como metáfora, como línea desde la cual se valora el paso del tiempo, el peso del tiempo sobre la existencia humana”, comenta Israel.
 “Se echa de menos a su infancia, ya perdida; a la familia, que ya no es la misma; a la propia vitalidad como ser humano y a la ciudad que se conoció y que se ha convertido en otra, que se ha deteriorado junto con todo lo que fue, con los recuerdos, y ha mutado, es otra frente a la mirada”.  El poeta Rolando Estévez, diseñador del pergamino, afirma además que este poema constituye, por su estructura, por sus ambiciones conceptuales, “un poema-cuento, un poema-novela, un poema-mundo”, en el que pueden percibirse estos estremecimientos, estas inquietudes del sujeto lírico.
 Estévez, también a cargo de los dibujos que se incorporaron como parte del diseño, utilizó para la realización de esta publicación papeles blanco, craft y ecológico de texturas y gramajes diversos; papel de techo; aserrín; textiles; conchas y piedras marinas, entre otros materiales.
 Nacida en La Habana en 1956, Ruth Behare migró junto con su familia hacia los Estados Unidos, cuando ella tenía cuatro años de edad. En la actualidad es profesora en la Universidad de Michigan. Ha publicado textos relacionados con la antropología, y libros de ensayo, poesía y otros géneros literarios.

Leyenda de islas

Leyendas que toman como punto de partida numerosas islas dispersas en los diversos océanos del mundo, conforman el último libro de la escritora para niños Loreley Rebull, publicado por la casa editora Abril.
Dedicado a un público preferentemente adolescente, Leyendas de islas, como se titula el volumen, recoge poéticas historias que dan una explicación mítica de la existencia de princesas, guerreros, tradiciones, dioses, animales, volcanes u otros accidentes geográficos.
Entre “los pedazos de tierras flotantes” —como las denomina la autora— a los que se hace referencia en este texto, se hallan Nueva Zelanda, Bora-Bora, Galápagos, Canarias, Plymouth, Martinica, Haití y Cuba —por supuesto—, junto a otras.
“No las escogí a partir de un objetivo determinado —comenta la autora—, sino que fueron apareciendo poco a poco en algún libro, en la prensa escrita, en la televisión, en una conversación... Llamaban mi atención por su nombre, por un detalle determinado... y al poco tiempo ya me encontraba escribiendo.
“Algunas de las narraciones tienen una base histórica o al menos forman parte de un mito, de una leyenda original, pero otras son pura ficción, a partir de cómo yo me imaginaba que podía haber sucedido todo; era como una especie de juego. Con el tiempo vi que había reunido unas cuantas y me dije: Tienen que ver unas con otras, esto es un libro.
“Mientras concebía estas historias medité mucho en lo que son las islas, y específicamente en el hecho de que por más separadas que estén geográficamente, hay algo que las une: el mar, el estar rodeadas por el mar, el tener el mar ahí mismo a la vista. Esa es una realidad común que sin dudas acaba creando cierta comunión, que marca de igual modo sus vidas, sus costumbres, su imaginario”.
Nacida en Matanzas en 1947, Lorey Rebull León fue “persistente integrante” —según confiesa— del movimiento de Talleres Literarios. Comenzó en la literatura para adultos, con poesía y cuentos (estos últimos por lo general de terror) y “por algo natural, como por intuición” acabó dirigiéndose hacia la literatura infantil.
Más adelante, se incorporó al taller de literatura infantil que dirige en la provincia de Matanzas el destacado autor José Manuel Espino, lo que le dio “una visión más completa del género, tanto en el trabajo directo con cada texto individual como con la preparación de un libro como tal”.
Entonces comenzaron a salir los volúmenes, uno detrás del otro, y con este último ya son en total ocho libros de literatura infantil, todos de prosa, en editoriales cubanas como Abril, Gente Nueva, Oriente, Matanzas y Vigía.
Este año saldrán a la luz dos nuevos textos suyos. La Editorial Abril dará a conocer su cuento Alba y el número mágico, en un libro troquelado, y la Editorial Oriente presentará La pandilla del capitán chicharo, una colección que reúne 15 cuentos para niños.
Ambos títulos serán ilustrados por Abdel de la Campa Scaig, quien también realizó esta labor en Leyendas de islas y en otros libros anteriores de la autora.