martes, junio 12, 2012

Leymen Pérez: “La poesía es lo único que puede salvar al hombre de sí mismo”


“La poesía es un modo de interpretar la naturaleza, la vida; es lo único que puede salvar al hombre de sí mismo, darle un sentido de ser”, afirmó el joven escritor cubano Leymen Pérez, tras ganar el premio de poesía convocado anualmente por la revista La Gaceta de Cuba.

“La poesía le permite al hombre encontrarse en armonía con todo lo que le rodea y desentrañar aquellas cosas que necesitan ser descubiertas y eternizadas por la voz interior que se expresa como una vibración”.

En Fatigas del trópico, el cuaderno por el que recibió este significativo reconocimiento, Leymen propone justamente una profundización en algunas zonas del ser humano, en algunas de sus agonías: la pérdida de su identidad y de sus valores, la miseria espiritual, la búsqueda interminable de una existencia mejor.

Integrado por nueve poemas, esta propuesta es, según el veredicto del jurado, “un conjunto sumamente orgánico en su estructuración, en su temática y en su poder de explayarse hacia zonas del lenguaje y la íntima nación; a la vez que muestra de una reciedumbre, concentración y tensión expresivas de singular madurez y eficacia”.

Leymen considera que este premio resulta fundamental “porque se trata de uno de los más prestigiosos dentro del campo cultural cubano; lo han recibido poetas de disímiles tendencias estéticas y generaciones, verdaderos referentes en la producción literaria contemporánea”.

Leymen Pérez García (Matanzas, 1976) ha publicado siete libros de poemas en diversas editoriales cubanas. En dos ocasiones anteriores obtuvo la Beca de Creación Prometeo, que en este certamen de La Gaceta de Cuba se entrega a autores menores de 35 años. También cuenta, entre otros, con los premios Calendario, Milanés, Hermanos Loynaz y Cauce.

En esta edición XVII del concurso, Jamila Medina recibió la Beca de Creación Prometeo por su cuaderno País de la siguaraya.  También se otorgaron menciones a Dos bicicletas y una mujer, de Israel Domínguez; La autopista cero, de Carlos Esquivel; Avestruces con distortion, de Alejandro Ponce; Himnario del destierro, de Karel Bofill; Coloquio con Ada Elba, de María Teresa Falcón; Versión de pastoral, de Juan Carlos Tabío; e Hilado de las máscaras, de Lázaro Castillo.

El jurado lo integraron Lina de Feria, Alfredo Zaldívar y Leonardo Sarría.

El resultado se dio conocer el viernes 20 de mayo en la sede la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. En esa oportunidad, también se presentó el segundo número de este año de La Gaceta de Cuba, que entre otros atractivos cuenta con un dossier dedicado al aniversario 50 de esta emblemática revista de la cultura cubana.
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Cartas de Mallarmé

La compilación de cartas de Stéphane Mallarmé que Ediciones Matanzas ha dado a conocer recientemente, resulta fundamental para entender aspectos esenciales de la obra de este escritor francés y, por supuesto, del decursar de la poesía moderna.

Así lo afirmó Alfredo Zaldívar, uno de los editores de ese libro que reúne más de 40 misivas que a lo largo de su vida Mallarmé le enviara a familiares, amigos y a diversos artistas e intelectuales.

Llaman la atención algunas destinadas a escritores de notable relevancia, como es el caso de Zola, Verlaine, Valéry, Claudel, Gidé y José-María de Heredia, así como un mensaje que Mallarmé borronera la víspera de su muerte y que se valora como su nota testamentaria.
El poeta argentino Rodolfo Alonso tuvo a su cargo la selección, la traducción, el prólogo y las notas de este libro, que se titula Cartas sobre la poesía.

Al preparar esta compilación, Alonso tuvo el acierto de escoger significativos textos que develan “sus originalísimas y peculiares concepciones sobre la poesía”, el hondo drama espiritual que el acto creativo implicaba en su caso, y todo esto matizado a partir de referencias a su vida cotidiana.

Alonso hace énfasis en el hecho de que son realmente escasas las cartas de Mallarmé con este tipo de reflexiones, lo que resulta más llamativo si se piensa que su correspondencia completa abarca doce gruesos volúmenes.
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Hugo Hodelín, como ángel cierto

Al poeta Hugo Hodelín Santana se dedicó el espacio Como ángel cierto, que para reconocer la obra de importantes escritores y artistas de la provincia de Matanzas organiza la Casa de las Letras Digdora Alonso en este territorio.

En el encuentro, el escritor Israel Domínguez afirmó que como creador Hugo se concentra en las periferias, en los asuntos marginales, a los que aborda con ironía, con humor, descarnadamente.

Por su parte, el editor Alfredo Zaldívar hizo énfasis en el tono coloquial, conversacional, que marca la producción de Hodelín, quien hasta la fecha ha publicado los libros de versos El anciano, Confesiones de un poeta mientras cuida un parqueo y Reacciones adversas.

Zaldívar también se refirió a un hecho singular: la manera tan sugestiva con la que lee su poesía en público, “algo que se echa de menos en algunos poetas, y que puede considerarse una virtud”.

Hodelín confesó que tanto la lectura como la propia escritura de sus textos estaba identificada con la pasión, con la emoción más pura, y que quizás por eso resultara atractiva, lograra identificarse con los demás.

“Yo solo escribo sobre lo que siento, no puedo hacerlo de otro modo”, dijo Hodelín, quien mencionó además el interés que despertaban en él autores como Charles Bukowski y Vladimir Maiakovski, aunque insistió en su obra se diferenciaba de los modos de hacer de estos grandes poetas.

Posteriormente, Hugo leyó algunos de sus más recientes poemas y recibió el homenaje de instituciones culturales y personalidades de Matanzas.

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Polvo de hadas

La atractiva manera con que se acerca a la naturaleza fue señalada como una de las virtudes principales del volumen de poesía infantil Polvo de hadas, de Carlos Ettiel Gómez Abreu, que se dio a conocer en el espacio La arcada de papel, organizado por la Casa de las Letras Digdora Alonso, de la ciudad de Matanzas.

Al realizar la presentación del libro, la escritora Yanira Marimón expresó que la naturaleza es un tema recurrente en la literatura para niños, pero que en este caso había una perspectiva distinta.

“Su poesía, siempre rimada, cuenta con una música peculiar, con su ritmo interior, y además de ser ingeniosa, trabaja con fineza las imágenes; por otro lado, acude a diversas estructuras estróficas: la décima, la redondilla, el ovillejo, el sonetillo, el romance, entre otras”.

Este es el primer libro de Carlos Ettiel Gómez Abreu (Colón, 1978), quien formó parte del taller de autores para niños coordinado en la provincia de Matanzas por el escritor José Manuel Espino. Algunos de sus textos ya habían aparecido en revistas cubanas.

Polvo de hadas fue editado por Yanira Marimón. Las ilustraciones estuvieron a cargo de Abdel de la Campa, y el diseño lo hizo Johann E. Trujillo.

La arcada de papel, que se realiza con periodicidad mensual, es un espacio en el que se promueve la literatura para niños. Autores de este género presentan sus libros y comparten con los asistentes, por lo general vecinos y estudiantes del barrio de la Playa, en la ciudad de Matanzas, donde se encuentra ubicada la Casa de las Letras Digdora Alonso.

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El Guajiriquijote busca aventuras en el campo cubano


De las sin par andanzas del Guajiriquijote y su escudetero Calvipanzón (Gente Nueva, 2011), noveleta para niños del reconocido escritor cubano José Manuel Espino, hace coincidir en este libro dos homenajes singulares: a El Quijote, la universal obra de Miguel de Cevantes, y al imaginario campesino cubano de todos los tiempos.

Así lo afirma el autor de esta propuesta editorial, con la cual alcanzara en 2010 el premio La Edad de Oro, en la categoría de Leyendas y Tradiciones Campesinas, y el Premio de la Crítica Orlando García Lorenzo, otorgado anualmente por la Uneac en Matanzas.

“El Guajiriquijote y su escudetero Calvipanzón tienen obvia relación con El Quijote y Sancho; de hecho, en mi historia ellos emprenden también su aventura, pero en su caso es a través de nuestro campo. Como se puede ver, planteo en este sentido una perspectiva intertextual. Esto no se limita al Quijote. Parte de lo que le ocurre a ellos, los sucesos que viven, son recreaciones de las fabulaciones, de las leyendas rescatadas en las obras de Samuel Feijóo".

“Algo muy curioso es que los personajes centrales se inspiran no solo en el Quijote. Sucede que en Colón, la ciudad donde vivo, había dos poetas repentistas muy pintorescos, y muy quijotescos. Hasta llegaron a inventarse un lenguaje para ellos mismos. Decían, por ejemplo: guajiricafé, gallidespertador. Cosas así”.

Otra de las singularidades de este libro lo es, obviamente, el modo en que está escrito, muy fresco, jocoso, dinámico, y con la audacia de asimilar dentro de su estructura de noveleta otros géneros: leyendas, poemas, teatro y hasta recetas de dulces caseros.

El volumen fue editado por Esteban Llorach y cuenta con las logradas ilustraciones de Ceddi Valdivia.
 
Nacido en Colón en 1966, José Manuel Espino Ortega recibió el premio especial La Rosa Blanca, conferido por la Uneac. Ya ha ganado en seis ocasiones el premio La Edad de Oro, así como otros concursos entre los que se hallan el Ismaelillo, David y Pinos Nuevos. Tiene numerosos libros publicados, en los géneros de literatura para niños, y poesía y teatro para adultos.

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Enrique en la república de Labrador


Un notable aporte al estudio de Enrique Labrador Ruiz (1902-1991) lo constituye un libro publicado por Ediciones Matanzas, en el que se recuperan algunos fragmentos del complejo proceso de recepción de la obra de este imprescindible narrador cubano.

Enrique en la república de Labrador, como se titula el volumen, reúne acercamientos a la figura de Labrador Ruiz mediante artículos, reseñas, crónicas y entrevistas dadas a conocer en la prensa cubana, en las décadas del cuarenta y el cincuenta del pasado siglo, franja de tiempo muy significativa en su producción literaria.

El volumen, compilado por Rebeca Murga y Lorenzo Lunar, recoge en total quince trabajos, algunos firmados por escritores hoy muy reconocidos como Salvador Bueno, Gastón Baquero, Agustín Acosta, Marcelo Pogolotti, Fernando G. Campoamor y Heberto Padilla.

Son testimonios de la polémica manera en que Labrador Ruiz se impuso en la república de las letras cubanas y, a la vez, de los esfuerzos de la época para llegar a la verdad que había en sus tan insólitas propuestas escriturales.

Labrador Ruiz fue un caso inaudito durante la primera mitad del siglo XX. Un caso sin precedentes. Ya desde Laberinto de sí mismo (1933), su primer volumen de prosa, produjo consternación, debido a sus modos de concebir y hacer la literatura.

Entre sus obras también se encuentran las novelas Cresival (1936), Anteo (1940) y La sangre hambrienta (1950), así como los libros de cuentos Carne de Quimera (1947), Trailer de sueños (1949) y El gallo en el espejo (1953).

Enrique en la república de Labrador es el tercer volumen que han dado a conocer Rebeca y Lorenzo, los compiladores, para contribuir al rescate paulatino de la obra y del pensamiento en torno a la imprescindible obra de Enrique Labrador Ruiz.

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