sábado, marzo 01, 2008

Graziella Pogollotti y la humildad de la crítica

No ejercen la crítica dioses, la ejercen hombres y, por tanto, deben actuar como tales, no pensar en opiniones canónicas, incuestionables, sino en un continuo diálogo con los contextos, con las circunstancias, con las personas.
Omar Valiño dijo que uno de los mejores ejemplos de humildad al ejercer la crítica lo es Graziella Pogolotti, Premio Nacional de Literatura, a quien está dedicada la XVII Feria Internacional del Libro Cuba 2008.
Lo afirmó al presentar en Matanzas, en la Galería Provincial de Arte Pedro Esquerré, tres libros de la Pogolotti: El Ojo de Alejo (Ediciones Unión), Experiencia de la Crítica (Ediciones Unión) y Polémicas culturales de los 60 (Letras Cubanas).
Según Valiño, tal humildad la ha ganado en la misma medida en que ella ha entendido el desarrollo del ser humano, de sus sociedades, su historia, sus culturas y todos los procesos en los que se involucra.
“Ha tenido una vida muy intensa y fructífera: profesora de la Facultad de Artes y Letras y del Instituto Superior de Arte, el cargo directivo que llevado sobre sus en la UNEAC durante años, su relación con la Academia de la Lengua, su participación en esa enriquecedora experiencia que fue Teatro Escambray y otras tantas aventuras intelectuales a las que se ha sumado.”
Al intervenir en la presentación, Graziella Pogolotti aseguró que nada le parecía “más patético que pasar por la vida sin haberle cogido el tamaño a las circunstancias atravesadas por cada cual, para poder hallarle sentido a todo, para aportar una visión propia”.
“Por eso, por estar siempre estar al tanto de todo, es que soy como una especie de Pulgarcita que va dejando tras de sí un rastro extenso de materiales escritos mientras vivía en carne propia tantos procesos diversos a lo largo de estos años.”
Sólo de este modo ha sido posible que eslabonara la intensa y extensa carrera intelectual que ha desarrollado, una muestra de la cual son los tres libros presentados ayer.
En Polémicas culturales... reúne cinco significativos debates generados en los primeros años de la Revolución cubana, en los que se abordaron temas como el papel de la cultura y sus diversas manifestaciones en la construcción de la sociedad que estaba naciendo.
Mientras, en Experiencia de la Crítica da cabida a un grupo de textos en los que ella da cuenta de tendencias, generaciones y personalidades de las Artes Plásticas, a la vez que reflexiona en torno al ejercicio del criterio.
Valiño, como parte de su intervención, hizo una anécdota en la que recordó un vaticinio de Marcelo Pogolotti, padre de Graziella. Después de que ella, siendo una niña, metiera sus manos dentro de un cuadro que él pintaba y removiera los colores, desdibujara algunas zonas, Marcelo dijo: “Será crítica de arte”, refiriéndose a la capacidad de estos profesionales para desmontar las diversas propuestas artísticas.
Finalmente, El Ojo de Alejo tiene la declarada intención de acercarse a Carpentier desde una óptica distinta, superar la mirada tradicional centrada en su barroquismo y en el concepto de lo real maravilloso. “Carpentier no sólo es eso”, dice la Pogolotti.
Lincoln Capote, que también intervino en la presentación, agradeció la existencia de críticos como ella, con máximo rigor y ética en sus planteamientos, pues únicamente así se puede estimular y defender la cultura. “La crítica, la buena crítica es indispensable para los procesos culturales; unifica y discierne, jerarquiza, y plantea nuevos caminos”, dijo.

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