viernes, abril 20, 2012

Israel Domínguez: “He logrado que los animales del corazón cabalguen sin riendas ni cercas”

Publicado en Mar desnudo

En la reciente Feria del Libro, Israel Domínguez dio a conocer Viaje de regreso (Ediciones Matanzas, 2011), un volumen de versos que ha llamado la atención por su profundo contenido humano. Tiene un poema verdaderamente conmovedor, el Tac-tac de la chancleta izquierda, en el que hace referencia a su madre, cuidadora de un familiar con Alzheimer. Israel lo ha leído en varias ocasiones, y en buena parte de esas varias ocasiones en las que yo estuve presente, he visto salir lágrimas entre quienes lo escuchaban. ¿Una cosa así todavía era posible en estos tiempos?

Nacido en 1974, Israel ya ha publicado libros como Hojas de Cal (2001), Collage mientras avanza mi carro de equipaje (2002) y Sobre un fondo de arena (2004). Entre sus premios destacan el Calendario y el Dador. El pasado año obtuvo mención en el concurso de poesía de la revista La gaceta de Cuba.


¿Hasta dónde es Viaje de regreso un viaje hacia ti mismo, un repaso de tu existencia?
La memoria es un viaje de regreso, inherente, por supuesto, al ser humano. Es un proceso regresivo que sirve, directa o indirectamente, como materia prima a cualquier creador. En el caso específico de este poemario, no solo sirve como instrumento, sino también como escenario de la poesía, es decir, la memoria como suceso poético, al cual el sujeto lirico alude constantemente, suceso que es descrito mientras transcurre.

No obstante, no se trata de reducir la memoria a lo individual; pues la memoria colectiva influye en la memoria individual y viceversa. Por tanto, es un viaje a la infancia, a la adolescencia, a la primera juventud, incluso, a mi pasado más inmediato. Y por consiguiente, es un recorrido de regreso por todo lo transcendente que he visto y he sentido, en mi pueblo natal, en ciudades de mi país y del extranjero. En otras palabras, es un repaso de mi existencia por mi nación y por el mundo.

¿Cómo se relaciona este libro con el resto de tus poemarios, este libro que une el lirismo, el simbolismo y la inmediatez que habían mostrado, ‘por separado’, o mejor que estaban más o menos acentuados en tus otras propuestas?
 

Los libros anteriores pudieran considerarse un camino para llegar a este último. Si hablamos de la obra de un escritor como un solo libro, lo anterior tendría mucha lógica. Sin embargo, no me propongo escribir siempre lo mismo; el reto consiste en el cambio constante, en descubrir cómo mutar sin dejar de ser uno mismo.

Por supuesto, por mucho que trate uno de proponerse cambios, hay esencias invariables; y además, la creación es ante todo revelación. La misteriosa poiesis nos dice con su guiño vanidoso y presumido: “No te hagas el demiurgo. Aquí quien pone las reglas soy yo”. Y así hay poemas que te sorprenden, y otros que te decepcionan. Pero seguimos intentándolo, y seguiremos.

Viaje de regreso tiene un poco del lirismo y el simbolismo de Hojas de cal y un poco de la inmediatez de Después de acompañar a William Jones. No obstante, tiene su propia voz, su propio ritmo. Alcanza independencia, sobre todo en aquellos poemas de largo aliento en que dejé a los animales del corazón cabalgar sin riendas ni cercas, y no tuve miedo ni me dejé llevar por ciertos fantasmas estilísticos, por los verdugos preceptos de la síntesis y la escritura correcta. He sido un poco más libre como creador. 
  
¿Piensas que Viaje... es una propuesta mayor, de madurez?


No sabría decir si supera lo anterior. Es una cuestión de apreciación que no me corresponde. Mantengo un equilibrio entre la inconformidad y la conformidad. De algo sí estoy seguro: estos poemas parecen ser más humanos, más conmovedores, lo cual puede ser peligroso porque también esto puede colindar con lo patético y lo kitsch.

El hecho de que le guste a la gente es satisfactorio, y a mí en particular me gusta que así sea, pero eso no quiere decir que vaya por el camino correcto. Una buena parte de la literatura se ha divorciado del público, pero tampoco el público hace nada por una reconciliación inteligente. A la gente le gusta cada vez más que le pongan los versos masticaditos en sus boquitas de bebé de compota.

Si escribí un poema como el Tac-tac de la chancleta izquierda se debió a mi necesidad de expresar un dolor muy fuerte que aún sucede en mi existencia, a mi obligación de rendir homenaje a mi madre, a quien podré superar en cuanto a ‘notoriedad’, pero nunca superaré su condición humana. Hay una diferencia abismal entre humildad y modestia: la humildad nace con la persona, no se alcanza. Mi madre es humilde, yo apenas soy modesto.  

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