La creación para niños ha sido en mucho tiempo una de las zonas más destacables en el panorama literario de la provincia de Matanzas, donde tiernos y profundos escritores han hecho volar la imaginación de los niños de diferentes generaciones.
La trascendencia mayor la ha tenido Dora Alonso, cuya extensa obra poética, narrativa y teatral es lectura usual en los planes escolares cubanos y seguramente resultó un elemento de peso para otorgarle el Premio Nacional de Literatura.
Por cierto, Dora Alonso fue “la madre” de un personaje singular y queridísimo: el títere Pelusín del Monte, ya con 50 años cumplidos, y sin embargo tan pequeño como siempre, tan travieso.
Con similar poder imaginativo, con la misma sencilla y poética escritura, otros escritores matanceros han seguido sus pasos exitosos: Aramís Quintero, Damaris Calderón, José Manuel Espino, Teresita Burgos, Teresa Cárdenas, Isolina Bellas, Marta T. Tarifa, y, en tiempo más recientes Yanira Marimón, Julio Blanco, Anely Fundora, Cecilia Soto, María J. Acosta, Armando Marcos, Mirka Reyes... (Incluso, creadores como la reconocida poeta Laura Ruíz se han decidido a internarse por primera vez en este género literario hechizante.)
Con tanta tradición que tiene la provincia en la literatura para niños, no extraña entonces que su principal publicación cultural, la Revista Matanzas, le abriera por completo sus páginas en el último número, correspondiente al segundo trimestre de este año.
En su primera sección, Flor y memoria, incluye un dossier dedicado a Dora Alonso, o, mejor, a su pícaro Pelusín del Monte, “aclamado por la gran mayoría de los titiriteros y estudiosos cubanos del teatro para niños, como nuestro Títere Nacional”.
El poeta y dramaturgo Norge Espinosa, en una especie de crónica, se resiste a creer que hoy se estén celebrando “los primeros cincuenta años de este guajirito terco y encantador, travieso y mentiroso, soñador y pícaro”, “auténtico rey de nuestros retablos”, que “en lugar de corona tiene un sombrero de yarey, y su corte está conformada por sus parientes y amigos”, “más contentos con el murmullo de un río cercano o el trinar de los sinsontes que con los augustos violines de una rancia corte europea”.
En el resto de las secciones de esta revista cuatrimestral, van apareciendo creaciones de todos los demás escritores para niños que se han mencionado hasta ahora.
Mientras, la investigadora Mireya Cabrera Galán da interesantes noticias del primer periódico cubano para niños, El Periquito, que nació en Matanzas en 1868, dos décadas antes de que Martí concibiera La Edad de Oro.
“Travieso y feliz, como el pajarillo que le prestara su nombre y como debe ser el alma de todo niño”, su salida se debía al esfuerzo de Idelfonso Estrada y Zenea (1826-1911), destacado periodista, pedagogo, historiógrafo, orador e impresor.
“Según las costumbres y preceptos del siglo XIX, además de los espacios dedicados a reflejar elementos de Historia, geografía, Gramática, Zoología, Matemática, Física y otros, el semanario abordaba nociones de Religión y Cívica y, consecuente con su propósito de instruir a través del divertimento, incluía juegos infantiles didáctico”, afirma Cabrera Galán.
Hasta el momento nada más se ha hablado de los creadores, o de hechos relacionados con la provincia que le da nombre a la Revista Matanzas, pero la verdad es que bien lejos de cualquier chovinismo o provincianismo se halla lo que se traen entre manos Alfredo Zaldívar, el editor, y el resto de los colaboradores.
La Revista Matanzas, al menos en su última etapa comenzada hace tres años, se ha caracterizado por dar cobija en sus espacios a las voces más diversas, tanto por razones geográficas como por sus matices y honduras.
Nadie puede vivir de espaldas al mundo entero, todo se halla conectado de una manera u otra en estos tiempos del constantemente mencionado proceso globalizador universal, todo se mezcla, refleja o refracta a cada minuto.
La polifonía de voces comienza en esta ocasión con una amplia muestra de la española Gloria Fuertes (1917-1998): 11 poemas, divertidos e ingeniosos algunos, reflexivos, aleccionantes otros, pero todos excelentemente escritos.
A Gloria Fuertes se le suman creaciones en verso y prosa enviadas desde varias provincias cubanas, y representativas de parte de lo mejor que se hace en cada rincón de la Isla, y de las más diversas tendencias artísticas.
Así aparecen Nersys Felipe, Enid Vian, Enrique Pérez Díaz, Arístides Vega Chapú, Mirta González, Rubén Rodríguez,
Yolanda Rodríguez, Magalis Sánchez, Mariela Landa...
Hay, además, un grupo de miradas diversas profundizando en diversos aspectos de la creación artística para niños. Omar Felipe Mauri, por ejemplo, reflexiona sobre la incursión de Onelio Jorge Cardoso en ese género, mientras Norge Espinosa realiza un estudio sobre el desarrollo del títere en Cuba.
Matanzas también facilitó espacio en esta oportunidad para celebrar el aniversario 170 de la fundación de la ciudad de Colón, donde por cierto se efectuó recientemente la presentación oficial de este nuevo número de la revista.
En ese sentido, en la sección Anales el historiador Eduardo Cruz Marrero recorrió el desarrollo de la arquitectura y el urbanismo en Colón, fundada el 8 de agosto de 1836, y donde en la actualidad se observa “un profuso eclecticismo, aunque del siglo decimonónico se aprecia el neoclásico en edificios como la Iglesia Católica (...), la Casa de Gobierno, la ferretería La América”.
Por último, y no menos importante, debe resaltarse el buen “empaque”
con que se ve la Revista Matanzas, que han ganado elogios a partir del empleo efectivo de los recursos brindados por el Sistema de Impresión Digital Risograf.
Nuevamente el joven diseñador Johann E. Trujillo ha vuelto a lucirse, ahora combinando fotografías de niños, dibujos de Zenén Calero y pinturas de Julio César Junco.
La trascendencia mayor la ha tenido Dora Alonso, cuya extensa obra poética, narrativa y teatral es lectura usual en los planes escolares cubanos y seguramente resultó un elemento de peso para otorgarle el Premio Nacional de Literatura.
Por cierto, Dora Alonso fue “la madre” de un personaje singular y queridísimo: el títere Pelusín del Monte, ya con 50 años cumplidos, y sin embargo tan pequeño como siempre, tan travieso.
Con similar poder imaginativo, con la misma sencilla y poética escritura, otros escritores matanceros han seguido sus pasos exitosos: Aramís Quintero, Damaris Calderón, José Manuel Espino, Teresita Burgos, Teresa Cárdenas, Isolina Bellas, Marta T. Tarifa, y, en tiempo más recientes Yanira Marimón, Julio Blanco, Anely Fundora, Cecilia Soto, María J. Acosta, Armando Marcos, Mirka Reyes... (Incluso, creadores como la reconocida poeta Laura Ruíz se han decidido a internarse por primera vez en este género literario hechizante.)
Con tanta tradición que tiene la provincia en la literatura para niños, no extraña entonces que su principal publicación cultural, la Revista Matanzas, le abriera por completo sus páginas en el último número, correspondiente al segundo trimestre de este año.
En su primera sección, Flor y memoria, incluye un dossier dedicado a Dora Alonso, o, mejor, a su pícaro Pelusín del Monte, “aclamado por la gran mayoría de los titiriteros y estudiosos cubanos del teatro para niños, como nuestro Títere Nacional”.
El poeta y dramaturgo Norge Espinosa, en una especie de crónica, se resiste a creer que hoy se estén celebrando “los primeros cincuenta años de este guajirito terco y encantador, travieso y mentiroso, soñador y pícaro”, “auténtico rey de nuestros retablos”, que “en lugar de corona tiene un sombrero de yarey, y su corte está conformada por sus parientes y amigos”, “más contentos con el murmullo de un río cercano o el trinar de los sinsontes que con los augustos violines de una rancia corte europea”.
En el resto de las secciones de esta revista cuatrimestral, van apareciendo creaciones de todos los demás escritores para niños que se han mencionado hasta ahora.
Mientras, la investigadora Mireya Cabrera Galán da interesantes noticias del primer periódico cubano para niños, El Periquito, que nació en Matanzas en 1868, dos décadas antes de que Martí concibiera La Edad de Oro.
“Travieso y feliz, como el pajarillo que le prestara su nombre y como debe ser el alma de todo niño”, su salida se debía al esfuerzo de Idelfonso Estrada y Zenea (1826-1911), destacado periodista, pedagogo, historiógrafo, orador e impresor.
“Según las costumbres y preceptos del siglo XIX, además de los espacios dedicados a reflejar elementos de Historia, geografía, Gramática, Zoología, Matemática, Física y otros, el semanario abordaba nociones de Religión y Cívica y, consecuente con su propósito de instruir a través del divertimento, incluía juegos infantiles didáctico”, afirma Cabrera Galán.
Hasta el momento nada más se ha hablado de los creadores, o de hechos relacionados con la provincia que le da nombre a la Revista Matanzas, pero la verdad es que bien lejos de cualquier chovinismo o provincianismo se halla lo que se traen entre manos Alfredo Zaldívar, el editor, y el resto de los colaboradores.
La Revista Matanzas, al menos en su última etapa comenzada hace tres años, se ha caracterizado por dar cobija en sus espacios a las voces más diversas, tanto por razones geográficas como por sus matices y honduras.
Nadie puede vivir de espaldas al mundo entero, todo se halla conectado de una manera u otra en estos tiempos del constantemente mencionado proceso globalizador universal, todo se mezcla, refleja o refracta a cada minuto.
La polifonía de voces comienza en esta ocasión con una amplia muestra de la española Gloria Fuertes (1917-1998): 11 poemas, divertidos e ingeniosos algunos, reflexivos, aleccionantes otros, pero todos excelentemente escritos.
A Gloria Fuertes se le suman creaciones en verso y prosa enviadas desde varias provincias cubanas, y representativas de parte de lo mejor que se hace en cada rincón de la Isla, y de las más diversas tendencias artísticas.
Así aparecen Nersys Felipe, Enid Vian, Enrique Pérez Díaz, Arístides Vega Chapú, Mirta González, Rubén Rodríguez,
Yolanda Rodríguez, Magalis Sánchez, Mariela Landa...
Hay, además, un grupo de miradas diversas profundizando en diversos aspectos de la creación artística para niños. Omar Felipe Mauri, por ejemplo, reflexiona sobre la incursión de Onelio Jorge Cardoso en ese género, mientras Norge Espinosa realiza un estudio sobre el desarrollo del títere en Cuba.
Matanzas también facilitó espacio en esta oportunidad para celebrar el aniversario 170 de la fundación de la ciudad de Colón, donde por cierto se efectuó recientemente la presentación oficial de este nuevo número de la revista.
En ese sentido, en la sección Anales el historiador Eduardo Cruz Marrero recorrió el desarrollo de la arquitectura y el urbanismo en Colón, fundada el 8 de agosto de 1836, y donde en la actualidad se observa “un profuso eclecticismo, aunque del siglo decimonónico se aprecia el neoclásico en edificios como la Iglesia Católica (...), la Casa de Gobierno, la ferretería La América”.
Por último, y no menos importante, debe resaltarse el buen “empaque”
con que se ve la Revista Matanzas, que han ganado elogios a partir del empleo efectivo de los recursos brindados por el Sistema de Impresión Digital Risograf.
Nuevamente el joven diseñador Johann E. Trujillo ha vuelto a lucirse, ahora combinando fotografías de niños, dibujos de Zenén Calero y pinturas de Julio César Junco.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario