Opus ciudad, un poema de Reinaldo García Blanco dedicado a Santiago de Cuba, acaba de ser publicado en una plaquette que se dio a conocer bajo el sello de Ediciones Vigía, en la provincia de Matanzas.
“Este texto presenta un panorama de esa ciudad desde su fundación hasta nuestros días; es la manera que hallé de alabarla, para hacer énfasis en sus luces, pero también para desde la poesía ayudar a salvarla de los miedos, de las frustraciones, de muchas cargas negativas que hoy la asedian”, confesó el escritor durante la presentación de la plaquette en Vigía.
“No nací en Santiago pero en Santiago he vivido durante más de veinte años, he echado raíces, y sentía que necesitaba decir todo esto, aunque también debo aclarar que el poema puede tomarse como una metáfora que se refiere no solo a Santiago sino también a cualquier ciudad, al país entero, en estos tiempos que corren”.
Premio de poesía América Bobia 2012, certamen anual convocado por Vigía, Opus ciudad fue editado por Estela Ación y cuenta con diseño y dibujos de Marialva Ríos, que para la realización de esta plaquette empleó cartulina, servilletas y papeles blanco, craff y ecológico de diferentes texturas y gramajes.
Reynaldo García Blanco (Sancti Spíritus, 1962), quien reside en Santiago de Cuba, es un destacado poeta cubano con numerosos libros de versos publicados, entre los que se hallan Perros blancos de la aurora (1994), Abaixar las velas (1994), Reverso de la foto dossier (2000), País de hojaldre (2004) y Campos de belleza armada (2007). Ha recibido importantes premios de poesía como el José María Heredia, Pinos Nuevos, Calendario y La Gaceta de Cuba. Mereció además la Distinción por la Cultura Nacional.
Reinaldo había ganado el América Bobia en 1994 con el texto “Adiós naves de Tarsis”, publicado un año después en la propia Vigía, casa editora a la que este autor confiesa encontrarse muy vinculado a través del tiempo.
“Además de estas dos plaquettes, en varias ocasiones Vigía también ha dado espacio a mis poemas en su revista y, por otro lado, en los primeros años de esta editorial, en la época en que dirigía Alfredo Zaldívar, participé frecuentemente en recitales y eventos diversos que se organizaban aquí”.
“Por cierto, recuerdo que cuando venía para acá, siempre que me resultaba posible traía un poco de papel craft que lograba resolver en la farmacia de Sancti Spíritus —donde vivía entonces— o cualquier otro tipo de papel que fuera de utilidad a la editorial”.
Fundada en 1985, Ediciones Vigía se caracteriza por producciones totalmente manufacturadas, esgrafiadas, confeccionadas con papeles de desecho, materiales rústicos, iluminadas a mano y en tiradas de doscientos ejemplares. Es tan peculiar el diálogo entre texto y diseño gráfico, que sus libros se convierten en objetos de arte codiciados por instituciones públicas o coleccionistas privados del mundo.
Tras la presentación de Opus ciudad, se dio a conocer el resultado del premio América Bobia 2013, que le fue otorgado al poema “Zoológico”, de Isván Álvarez Herrero. Se le entregó una mención especial un texto de René Reyes López, y menciones a obras de José Luis Santos Muñoz, Erián Peña Pupo y Elizabeth Soto Pérez.
Dedicado a las letras en la provincia de Matanzas, Cuba. Lo redacta Norge Céspedes, periodista, escritor y editor.
lunes, noviembre 11, 2013
Santiago de Cuba en los versos de Reinaldo García Blanco
Resultados del premio de poesía América Bobia 2013
El poema “Zológico”, de Isván Álvarez Herrero, recibió el premio América Bobia 2013, entre los cerca de 60 textos que participaron en este certamen, convocado anualmente por Vigía, casa editora radicada en la ciudad de Matanzas.
“Zológico” cuenta con un intenso discurso poético, resumen de ansiedades, memoria y con una amplitud referencial sobre el contexto contemporáneo, según en el acta del jurado que integraron Reinaldo García Blanco —ganador de la anterior edición del certamen—, Mirna Figueredo y Hugo Hodelín Santana.
En esta vigésima octava edición del premio América Bobia se le entregó una mención especial al poema “Aseveraciones”, de René Reyes López, y menciones a: “Corazón de Jesús traído por Reina María”, de José Luis Santos Muñoz; “Puerta para huir de la casa”, de Erián Peña Pupo, y “Yo era de Polonia”, de Elizabeth Soto Pérez.
Tras informarse el resultado en una actividad literaria organizada por Vigía, se dio a conocer una plaquette con el texto ganador del premio el pasado año: “Opus ciudad”, de Reinaldo García Blanco, concebido como un homenaje a la ciudad de Santiago de Cuba.
Al realizar la presentación del mismo, el poeta y editor Alfredo Zaldívar dijo que el poema no se quedaba solo en esa ciudad, sino que se convertía además en una especie de metáfora que abarcaba a todas nuestras ciudades, a toda nuestra Isla.
En su intervención, Zaldívar se refirió asimismo a la importancia de que mediante este certamen literario se recordara a América Bobia, poetisa matancera no reconocida lo suficiente en la actualidad, a pesar de contar con una obra significativa recogida en sus libros Ofertorio. Devocionario lírico (1928), El trémolo se aleja (1935) y Arquero del zodíaco (1945).
“Zológico” cuenta con un intenso discurso poético, resumen de ansiedades, memoria y con una amplitud referencial sobre el contexto contemporáneo, según en el acta del jurado que integraron Reinaldo García Blanco —ganador de la anterior edición del certamen—, Mirna Figueredo y Hugo Hodelín Santana.
En esta vigésima octava edición del premio América Bobia se le entregó una mención especial al poema “Aseveraciones”, de René Reyes López, y menciones a: “Corazón de Jesús traído por Reina María”, de José Luis Santos Muñoz; “Puerta para huir de la casa”, de Erián Peña Pupo, y “Yo era de Polonia”, de Elizabeth Soto Pérez.
Tras informarse el resultado en una actividad literaria organizada por Vigía, se dio a conocer una plaquette con el texto ganador del premio el pasado año: “Opus ciudad”, de Reinaldo García Blanco, concebido como un homenaje a la ciudad de Santiago de Cuba.
Al realizar la presentación del mismo, el poeta y editor Alfredo Zaldívar dijo que el poema no se quedaba solo en esa ciudad, sino que se convertía además en una especie de metáfora que abarcaba a todas nuestras ciudades, a toda nuestra Isla.
En su intervención, Zaldívar se refirió asimismo a la importancia de que mediante este certamen literario se recordara a América Bobia, poetisa matancera no reconocida lo suficiente en la actualidad, a pesar de contar con una obra significativa recogida en sus libros Ofertorio. Devocionario lírico (1928), El trémolo se aleja (1935) y Arquero del zodíaco (1945).
Caza Mayor inaugura colección policíaca de Letras Cubanas
Caza Mayor, la última novela de Rubén Vázquez (Matanzas, 1940), ha sido el libro con el que la editorial Letras Cubanas ha inaugurado recientemente la colección El Tiro, que se dedicará a la literatura policial.
“Me parece una buena idea esta colección que particulariza la producción literaria policiaca, lo cual resulta beneficioso para los escritores —que cuentan así con un espacio específico de publicación, sin dudas un aliciente— y para el público, que puede visualizar mejor este tipo de obras, habitualmente muy esperadas”, estimó el autor.
La trama de Caza Mayor se desarrolla en la provincia de Matanzas, en 1995, durante el llamado periodo especial, a partir del asesinato de dos muchachas por un hombre que descubre que solo así, con violencia, supera el trauma sexual que él padece y puede tener relaciones óptimas —por su parte, claro está— con las mujeres. Ambos crímenes desatan las pesquisas, que son guiadas por Manolo, el investigador policial, quien tiene que moverse en un mundo marginal.
Después de ganar el premio de cuento del concurso policial del MININT en 1977, Rubén Vázquez se colocó entre los más conocidos escritores cubano del género durante la década de los ochenta, cuando dio a conocer numerosos títulos, entre los que se encuentran las novelas El caso Ivonne Isabey (1980), Aventura peligrosa (1982) y La venganza del muerto (1983). Tras la publicación de Caza Mayor, son ocho los libros con que cuenta en su currículo, dos de cuentos y los demás novelas.
“Escribir Caza mayor fue difícil. Ha sido común en el proceso de escritura de mis novelas que comiencen con una primera escena donde se describe un crimen. Es como un pie forzado, a partir del cual fluye de inmediato el resto de la trama. En Caza Mayor no ocurrió así. Después que concluí esa escena inicial me trabé. Yo insistía e insistía pero qué va, no me salió una sola letra más. Aquello se me había enfriado. Estamos hablando exactamente de 1993.
“Hay una explicación. En aquel momento, pleno Período Especial, en medio de tantas dificultades materiales como había, yo me encontraba realmente contra la pared y no hallaba ninguna manera para sostener económicamente la vida de mi familia. Era un verdadero reto de vida o muerte lo que entonces enfrentaba el cubano. Todo mi tiempo, toda mi cabeza, se concentraba en pensar, en tratar de resolver esa situación vital. Cuando encontraba un espacio libre y me sentaba a escribir, es lógico que estuviera agotado, sin fuerzas.
“El modo que hallé para sobrevivir fue alquilando mi carro en Varadero, boteando. Pero eso entonces estaba prohibido, había que hacerlo por detrás del telón, y yo lo hacía ilegalmente, no me quedaba más remedio, pero siempre con un susto tremendo, en cualquier momento me podían sorprender como sorprendían a muchos a cada rato. Permanecí boteando cinco o seis años en total.
“Caza Mayor andaba conmigo en esos avatares, de un lado a otro, quiero decir, dentro de mí, dentro de mi cabeza. Al escritor su obra lo persigue a todas partes, esté donde esté, sea en la playa divirtiéndose o conduciendo sigiloso una máquina de alquiler como yo. No lo deja tranquilo hasta que la logra plasmar en una cuartilla, en un libro.
“Pienso que la demora fue beneficiosa para la novela. La volví a pensar, até cabos sueltos y lo más significativo fue que mientras boteaba entré en contacto con el mundo marginal. Hasta entonces no lo conocía tan bien y era el ambiente en que se desenvolvía mi historia. Conocí jineteras, proxenetas, negociantes y otros elementos. Conocí al detalle sus modos de actuar y de vivir, sus maneras de expresarse, sus luces y sus sombras”.
En estos momentos, Rubén Vázquez redacta una nueva novela, aunque “muy lentamente, no al ritmo que quisiera”, debido al escaso tiempo libre que le dejan algunas complicaciones familiares que tiene y su labor de siempre, la de optometrista, profesión de la cual se graduara en 1969 y que sigue ejerciendo actualmente en un policlínico y un hospital de la ciudad de Matanzas.
“Me parece una buena idea esta colección que particulariza la producción literaria policiaca, lo cual resulta beneficioso para los escritores —que cuentan así con un espacio específico de publicación, sin dudas un aliciente— y para el público, que puede visualizar mejor este tipo de obras, habitualmente muy esperadas”, estimó el autor.
La trama de Caza Mayor se desarrolla en la provincia de Matanzas, en 1995, durante el llamado periodo especial, a partir del asesinato de dos muchachas por un hombre que descubre que solo así, con violencia, supera el trauma sexual que él padece y puede tener relaciones óptimas —por su parte, claro está— con las mujeres. Ambos crímenes desatan las pesquisas, que son guiadas por Manolo, el investigador policial, quien tiene que moverse en un mundo marginal.
Después de ganar el premio de cuento del concurso policial del MININT en 1977, Rubén Vázquez se colocó entre los más conocidos escritores cubano del género durante la década de los ochenta, cuando dio a conocer numerosos títulos, entre los que se encuentran las novelas El caso Ivonne Isabey (1980), Aventura peligrosa (1982) y La venganza del muerto (1983). Tras la publicación de Caza Mayor, son ocho los libros con que cuenta en su currículo, dos de cuentos y los demás novelas.
“Escribir Caza mayor fue difícil. Ha sido común en el proceso de escritura de mis novelas que comiencen con una primera escena donde se describe un crimen. Es como un pie forzado, a partir del cual fluye de inmediato el resto de la trama. En Caza Mayor no ocurrió así. Después que concluí esa escena inicial me trabé. Yo insistía e insistía pero qué va, no me salió una sola letra más. Aquello se me había enfriado. Estamos hablando exactamente de 1993.
“Hay una explicación. En aquel momento, pleno Período Especial, en medio de tantas dificultades materiales como había, yo me encontraba realmente contra la pared y no hallaba ninguna manera para sostener económicamente la vida de mi familia. Era un verdadero reto de vida o muerte lo que entonces enfrentaba el cubano. Todo mi tiempo, toda mi cabeza, se concentraba en pensar, en tratar de resolver esa situación vital. Cuando encontraba un espacio libre y me sentaba a escribir, es lógico que estuviera agotado, sin fuerzas.
“El modo que hallé para sobrevivir fue alquilando mi carro en Varadero, boteando. Pero eso entonces estaba prohibido, había que hacerlo por detrás del telón, y yo lo hacía ilegalmente, no me quedaba más remedio, pero siempre con un susto tremendo, en cualquier momento me podían sorprender como sorprendían a muchos a cada rato. Permanecí boteando cinco o seis años en total.
“Caza Mayor andaba conmigo en esos avatares, de un lado a otro, quiero decir, dentro de mí, dentro de mi cabeza. Al escritor su obra lo persigue a todas partes, esté donde esté, sea en la playa divirtiéndose o conduciendo sigiloso una máquina de alquiler como yo. No lo deja tranquilo hasta que la logra plasmar en una cuartilla, en un libro.
“Pienso que la demora fue beneficiosa para la novela. La volví a pensar, até cabos sueltos y lo más significativo fue que mientras boteaba entré en contacto con el mundo marginal. Hasta entonces no lo conocía tan bien y era el ambiente en que se desenvolvía mi historia. Conocí jineteras, proxenetas, negociantes y otros elementos. Conocí al detalle sus modos de actuar y de vivir, sus maneras de expresarse, sus luces y sus sombras”.
En estos momentos, Rubén Vázquez redacta una nueva novela, aunque “muy lentamente, no al ritmo que quisiera”, debido al escaso tiempo libre que le dejan algunas complicaciones familiares que tiene y su labor de siempre, la de optometrista, profesión de la cual se graduara en 1969 y que sigue ejerciendo actualmente en un policlínico y un hospital de la ciudad de Matanzas.
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Reúnen prosa ‘reflexiva’ de la Avellaneda
Un volumen que reúne la prosa ‘reflexiva’ (ensayos, artículos, crítica literaria, semblanzas e impresiones de viaje) de Gertrudis Gómez de Avellaneda será dado a conocer por Ediciones Matanzas, como parte del homenaje que a lo largo del país se le realizará a esta importante escritora cubana, en ocasión de conmemorarse el próximo año el bicentenario de su nacimiento.
“Gómez de Avellaneda, figura clave del romanticismo femenino cubano, llega al presente mediante un carácter y un tono de prosa dinamizado por una tensión intrínseca distinta, que traza una voz autoral peculiar de mayor conceptualización y mucho menos ambigua en relación con sus textos de intención artístico–literaria”, afirma en el prólogo la investigadora Cira Romero, especialista del Instituto de Literatura y Lingüística, quien estuvo a cargo de la compilación de los materiales que dan cuerpo a este libro.
“Pero —continúa Cira— no se trata de que estemos frente a otra Tula —siempre fue la misma—, sino de cara a otro modo expresivo, pues muchas de las ideas vertidas en los trabajos que se agrupan en este volumen pueden ser verificadas, mediante otro lenguaje, en sus obras, sobre todo las de carácter narrativo; o a la manera de citas eruditas en textos como su leyenda “La flor del ángel”, donde coloca una de la obra Los amantes de Teruel, de Hartzenbush. Creo que en el caso de esta autora, su ejecutoria en la prosa no fictiva, sea ensayística o crítica, no debe asumirse como un hecho colateral, sino intencional, programático.”
El libro recoge un total de 24 textos, nunca recopilados por la autora, y la mayoría aún dispersos en las publicaciones periódicas donde colaboró. El tema más recurrente en ellos es el de la mujer, como en sentido general lo fue también en la producción de la Avellaneda en los demás campos literarios que frecuentó: poesía, teatro, novela, epistolario, autobiografía...
Esta preocupación es evidente en “La mujer” y en “Luisa Molina”, los dos ensayos que se incluyen en la recopilación. En el primero aborda la situación a nivel social; en el segundo, profundiza en el quehacer de Luisa Molina, menospreciada poetisa matancera, la cual le sirve a la vez como ejemplo específico de la marginación del sexo femenino desde diversos puntos de vista.
Se presentan además dos artículos: “Lo bueno y lo bello” y “Situación actual del artista”, en tanto en la sección de crítica literaria se incluyen siete materiales, en su momento casi todos prólogos de libros, y entre los que destacan los dedicados a las Poesías, de Luisa Pérez de Zambrana, y Viaje a La Habana, de la condesa de Merlín.
Particular interés revisten también las semblanzas de doce mujeres célebres, que van desde una escritora como Safo hasta Semíramis, reina de Babilonia, y Santa Teresa de Jesús. Mientras se le ve recorrer sus vidas, su quehacer, se nota el interés de la autora por luchar contra la condición subalterna que se le reservaba a la mujer.
Por último, se pone a disposición del lector impresiones de viajes: “Mi última excursión por los Pirineos”, texto que precede a los anexos en los que se incorporan visiones contemporáneas acerca de la prosa ‘reflexiva’ de la Avellaneda: “El discurso crítico de la Avellaneda: fantasma ilustre de la historiografía literaria cubana” y “Estrategia y propuesta de un periodismo marginal”, ambos de Susana Montero.
Obras. Ensayos, artículos, crítica literaria e impresiones de viaje, como se titula el libro, contó con la edición de Alina Bárbara López y Dianelys Gómez y se halla en proceso de impresión en estos momentos.
Gertrudis Gómez de Avellaneda (Camagüey, 1814- Madrid, 1873) produjo novelas como Sab (1841) y Dos mujeres (1842-1843), leyendas como “El aura blanca” y “La velada del helecho”, teatro que cuenta entre sus piezas más destacadas a “Baltasar”, “La hija de las flores” y “Munio Alfonso”, poesía, una autobiografía, un copioso epistolario, impresiones de viajes, crítica literaria…
Cira Romero ha comentado a la prensa que varias editoriales cubanas, en formato impreso o electrónico, se encuentran trabajando también para publicar volúmenes de la Avellaneda, como homenaje al bicentenario de su nacimiento.
Mencionó, entre otros, Correspondencias con Ignacio de Cepeda (Editorial Ácana); las novelas Sab, Dos Mujeres y El artista barquero (las tres en Letras Cubanas) y la selección de poemas Páginas escogidas (Casa de las Américas), así como el Devocionario de la Avellanada (Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana) y una recopilación de 15 ensayos de autores cubanos y extranjeros que abordan su obra, a cargo de Ediciones Unión.
“Gómez de Avellaneda, figura clave del romanticismo femenino cubano, llega al presente mediante un carácter y un tono de prosa dinamizado por una tensión intrínseca distinta, que traza una voz autoral peculiar de mayor conceptualización y mucho menos ambigua en relación con sus textos de intención artístico–literaria”, afirma en el prólogo la investigadora Cira Romero, especialista del Instituto de Literatura y Lingüística, quien estuvo a cargo de la compilación de los materiales que dan cuerpo a este libro.
“Pero —continúa Cira— no se trata de que estemos frente a otra Tula —siempre fue la misma—, sino de cara a otro modo expresivo, pues muchas de las ideas vertidas en los trabajos que se agrupan en este volumen pueden ser verificadas, mediante otro lenguaje, en sus obras, sobre todo las de carácter narrativo; o a la manera de citas eruditas en textos como su leyenda “La flor del ángel”, donde coloca una de la obra Los amantes de Teruel, de Hartzenbush. Creo que en el caso de esta autora, su ejecutoria en la prosa no fictiva, sea ensayística o crítica, no debe asumirse como un hecho colateral, sino intencional, programático.”
El libro recoge un total de 24 textos, nunca recopilados por la autora, y la mayoría aún dispersos en las publicaciones periódicas donde colaboró. El tema más recurrente en ellos es el de la mujer, como en sentido general lo fue también en la producción de la Avellaneda en los demás campos literarios que frecuentó: poesía, teatro, novela, epistolario, autobiografía...
Esta preocupación es evidente en “La mujer” y en “Luisa Molina”, los dos ensayos que se incluyen en la recopilación. En el primero aborda la situación a nivel social; en el segundo, profundiza en el quehacer de Luisa Molina, menospreciada poetisa matancera, la cual le sirve a la vez como ejemplo específico de la marginación del sexo femenino desde diversos puntos de vista.
Se presentan además dos artículos: “Lo bueno y lo bello” y “Situación actual del artista”, en tanto en la sección de crítica literaria se incluyen siete materiales, en su momento casi todos prólogos de libros, y entre los que destacan los dedicados a las Poesías, de Luisa Pérez de Zambrana, y Viaje a La Habana, de la condesa de Merlín.
Particular interés revisten también las semblanzas de doce mujeres célebres, que van desde una escritora como Safo hasta Semíramis, reina de Babilonia, y Santa Teresa de Jesús. Mientras se le ve recorrer sus vidas, su quehacer, se nota el interés de la autora por luchar contra la condición subalterna que se le reservaba a la mujer.
Por último, se pone a disposición del lector impresiones de viajes: “Mi última excursión por los Pirineos”, texto que precede a los anexos en los que se incorporan visiones contemporáneas acerca de la prosa ‘reflexiva’ de la Avellaneda: “El discurso crítico de la Avellaneda: fantasma ilustre de la historiografía literaria cubana” y “Estrategia y propuesta de un periodismo marginal”, ambos de Susana Montero.
Obras. Ensayos, artículos, crítica literaria e impresiones de viaje, como se titula el libro, contó con la edición de Alina Bárbara López y Dianelys Gómez y se halla en proceso de impresión en estos momentos.
Gertrudis Gómez de Avellaneda (Camagüey, 1814- Madrid, 1873) produjo novelas como Sab (1841) y Dos mujeres (1842-1843), leyendas como “El aura blanca” y “La velada del helecho”, teatro que cuenta entre sus piezas más destacadas a “Baltasar”, “La hija de las flores” y “Munio Alfonso”, poesía, una autobiografía, un copioso epistolario, impresiones de viajes, crítica literaria…
Cira Romero ha comentado a la prensa que varias editoriales cubanas, en formato impreso o electrónico, se encuentran trabajando también para publicar volúmenes de la Avellaneda, como homenaje al bicentenario de su nacimiento.
Mencionó, entre otros, Correspondencias con Ignacio de Cepeda (Editorial Ácana); las novelas Sab, Dos Mujeres y El artista barquero (las tres en Letras Cubanas) y la selección de poemas Páginas escogidas (Casa de las Américas), así como el Devocionario de la Avellanada (Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana) y una recopilación de 15 ensayos de autores cubanos y extranjeros que abordan su obra, a cargo de Ediciones Unión.
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viernes, octubre 18, 2013
Bienvenidas las alternativas que acerquen el libro al lector contemporáneo
“Deben ser bienvenidas todas las alternativas que permitan un acercamiento del libro al lector contemporáneo, que resulta cada vez más difícil de conquistar, en medio de tantas opciones de aprendizaje y esparcimiento como tiene, especialmente las relacionadas con las nuevas tecnologías, con el mundo virtual.”
Así lo afirmó el escritor José Manuel Espino, en la galería de arte del municipio de Colón, en la provincia de Matanzas, donde presentó “En sueños”, una multimedia que contiene las obras de literatura infantil La canción de los números (poesía), de Emilio Ballagas; La felicidad (cuento), de Ivette Vian; Mamaiqué (cuento), de Enid Vian y El bosque encantado (poesía), del propio Espino.
“Si hablamos de un lector tan exigente como el niño, como el joven, entonces son todavía más vitales las búsquedas de nuevos modos de llamar su atención hacia las letras, entre otras razones por tratarse de un tipo de lector con características muy peculiares, muy exigente, y muy dinámico, y además porque ganarlo es fundamental para la sociedad: el niño, el joven que lee hoy, será el adulto que leerá mañana, en el futuro.”
Según opinó Espino, la realización de la multimedia “En sueños”, que estuvo a cargo de la editorial electrónica Cubaliteraria y Citmatel, es un hecho que tendrá un impacto efectivo en la promoción de la lectura en esas edades.
“Una multimedia aporta a la literatura perspectivas que no puede dar el libro en su soporte tradicional, el libro de papel; son posibilidades inherentes a sus peculiaridades técnicas, y que bien aprovechadas propician resultados tan sorprendentes como este del que nos encontramos hablando.”
Además de los textos como tal, En sueños contiene la lectura de los mismos, ilustraciones animadas con las que se puede interactuar, así como otros recursos que ayudan a complementar el contenido de los poemas y cuentos de los libros: laberintos, rompecabezas, juego de cartas, posibilidades para dibujar y colorear.
Esta presentación tuvo lugar como parte de las actividades de promoción literaria que el Centro Provincial del Libro y sus diversas instituciones y dependencias llevaron a cabo durante el verano en todo el territorio matancero.
José Manuel Espino (Colón, Matanzas, 1966) es uno de los autores más significativos dentro de la literatura infantil y juvenil cubana actual. Numerosos premios avalan su extensa obra literaria, que comprende libros como El cartero llama tres veces (Ediciones UNIÓN, 1996), Premio Ismaelillo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba; Laberinto (Editorial Gente Nueva, 1998),Premio La Edad de Oro que otorga la Editorial Gente Nueva; El próximo circo (Ediciones Hermanos Loynaz, 1998); El libro de Nunca-Jamás (Editorial Gente Nueva, 2003) Premio La Edad de Oro; y Alí Babá y las 40 ilusiones (Editorial Gente Nueva, 2006), Premio La Edad de Oro.
Así lo afirmó el escritor José Manuel Espino, en la galería de arte del municipio de Colón, en la provincia de Matanzas, donde presentó “En sueños”, una multimedia que contiene las obras de literatura infantil La canción de los números (poesía), de Emilio Ballagas; La felicidad (cuento), de Ivette Vian; Mamaiqué (cuento), de Enid Vian y El bosque encantado (poesía), del propio Espino.
“Si hablamos de un lector tan exigente como el niño, como el joven, entonces son todavía más vitales las búsquedas de nuevos modos de llamar su atención hacia las letras, entre otras razones por tratarse de un tipo de lector con características muy peculiares, muy exigente, y muy dinámico, y además porque ganarlo es fundamental para la sociedad: el niño, el joven que lee hoy, será el adulto que leerá mañana, en el futuro.”
Según opinó Espino, la realización de la multimedia “En sueños”, que estuvo a cargo de la editorial electrónica Cubaliteraria y Citmatel, es un hecho que tendrá un impacto efectivo en la promoción de la lectura en esas edades.
“Una multimedia aporta a la literatura perspectivas que no puede dar el libro en su soporte tradicional, el libro de papel; son posibilidades inherentes a sus peculiaridades técnicas, y que bien aprovechadas propician resultados tan sorprendentes como este del que nos encontramos hablando.”
Además de los textos como tal, En sueños contiene la lectura de los mismos, ilustraciones animadas con las que se puede interactuar, así como otros recursos que ayudan a complementar el contenido de los poemas y cuentos de los libros: laberintos, rompecabezas, juego de cartas, posibilidades para dibujar y colorear.
Esta presentación tuvo lugar como parte de las actividades de promoción literaria que el Centro Provincial del Libro y sus diversas instituciones y dependencias llevaron a cabo durante el verano en todo el territorio matancero.
José Manuel Espino (Colón, Matanzas, 1966) es uno de los autores más significativos dentro de la literatura infantil y juvenil cubana actual. Numerosos premios avalan su extensa obra literaria, que comprende libros como El cartero llama tres veces (Ediciones UNIÓN, 1996), Premio Ismaelillo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba; Laberinto (Editorial Gente Nueva, 1998),Premio La Edad de Oro que otorga la Editorial Gente Nueva; El próximo circo (Ediciones Hermanos Loynaz, 1998); El libro de Nunca-Jamás (Editorial Gente Nueva, 2003) Premio La Edad de Oro; y Alí Babá y las 40 ilusiones (Editorial Gente Nueva, 2006), Premio La Edad de Oro.
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Futurama o veintitrés maneras de escribir un mismo poema
En Futurama, libro de poemas que Derbys Domínguez dará a conocer este año en Ediciones Matanzas, el autor empieza a encontrar, a ver materializadas, según confiesa, algunas respuestas a sus búsquedas sobre el ser humano, a partir de las palabras, del lenguaje —con sus efectos, traslaciones sonoras, laberintos semánticos.
En el propio título del volumen, resultado de la unión de dos palabras: futuro y fotograma, pueden apreciarse las claves de esas interrogantes que han inquietado al poeta: futuro como preocupación por la existencia humana, y fotograma por las maneras en que el artista piensa, explica su perspectiva desde el espíritu y la técnica que implica toda manifestación artística.
“Pienso en el futuro porque tengo la impresión o la certeza de que es la primera vez en la humanidad que no se ve el futuro con claridad, a pesar del desarrollo tecnológico alcanzando como sujetos pensantes; y pienso en el fotograma porque intento captar en el libro la velocidad de algunas imágenes de la manera más cinematográfica posible, desarrollando el concepto de fotograma como lo usa el cine: imagen detenida que unida a otra produce movimiento, continuidad, narración de algo”, comenta Derbys Domínguez.
Neobarroco, con poemas que el autor considera experimentales, Futurama se empeña en “escapar de la dictadura o la rigidez que en ocasiones son la escritura, la poesía y el lenguaje, como instituciones cerradas”, en “vaciar las palabras de sentido o del sentido que habitualmente tienen y otorgarle otros, a partir de lo que son en el cuerpo textual del poema y su nuevo contexto”.
“El libro en cuestión —dice el autor— es la escritura de un mismo poema de 23 maneras distintas, diferentes, como si estuviera repitiendo el mismo acto infinitas veces, pero en cada ocasión le agrego o le quito algo, para hacerlo más entretenido, y como es natural, esas intervenciones o exclusiones cambian el significado de cada poema, o sea, cada texto a pesar de ser la repetición de un poema inicial es diferente de ese que le dio origen, es el mismo y uno distinto.”
Derbys Hiram Domínguez Fraguela (Sabanilla del Encomendador, Matanzas, 1974). Poeta, bibliotecario y librero. Estudió Artes Plásticas y Artes Escénicas. En 2009 publicó el libro de poemas Residuos (Ediciones Aldabón. Actualmente se desempeña como especialista en La Casa de la Memoria Escénica.
En el propio título del volumen, resultado de la unión de dos palabras: futuro y fotograma, pueden apreciarse las claves de esas interrogantes que han inquietado al poeta: futuro como preocupación por la existencia humana, y fotograma por las maneras en que el artista piensa, explica su perspectiva desde el espíritu y la técnica que implica toda manifestación artística.
“Pienso en el futuro porque tengo la impresión o la certeza de que es la primera vez en la humanidad que no se ve el futuro con claridad, a pesar del desarrollo tecnológico alcanzando como sujetos pensantes; y pienso en el fotograma porque intento captar en el libro la velocidad de algunas imágenes de la manera más cinematográfica posible, desarrollando el concepto de fotograma como lo usa el cine: imagen detenida que unida a otra produce movimiento, continuidad, narración de algo”, comenta Derbys Domínguez.
Neobarroco, con poemas que el autor considera experimentales, Futurama se empeña en “escapar de la dictadura o la rigidez que en ocasiones son la escritura, la poesía y el lenguaje, como instituciones cerradas”, en “vaciar las palabras de sentido o del sentido que habitualmente tienen y otorgarle otros, a partir de lo que son en el cuerpo textual del poema y su nuevo contexto”.
“El libro en cuestión —dice el autor— es la escritura de un mismo poema de 23 maneras distintas, diferentes, como si estuviera repitiendo el mismo acto infinitas veces, pero en cada ocasión le agrego o le quito algo, para hacerlo más entretenido, y como es natural, esas intervenciones o exclusiones cambian el significado de cada poema, o sea, cada texto a pesar de ser la repetición de un poema inicial es diferente de ese que le dio origen, es el mismo y uno distinto.”
Derbys Hiram Domínguez Fraguela (Sabanilla del Encomendador, Matanzas, 1974). Poeta, bibliotecario y librero. Estudió Artes Plásticas y Artes Escénicas. En 2009 publicó el libro de poemas Residuos (Ediciones Aldabón. Actualmente se desempeña como especialista en La Casa de la Memoria Escénica.
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Panchi y el ratón astronauta, metáfora sobre la tolerancia
Panchi y el ratón astronauta, novela para jóvenes de Néster Núñez que Ediciones Matanzas ha dado a conocer, está concebida como una especie de metáfora sobre el amor y la amistad, sobre la capacidad de ver las luces y las sombras tanto en uno mismo como en los otros, sobre la tolerancia y la capacidad de ser mejores y de luchar a fondo por cada proyecto que se tenga.
Así lo afirmó Néster Núñez, quien añadió que la obra, su primera novela, “se estructura a partir de dos narraciones que transcurren de manera paralela: la del gato Panchi y la de Nando, el ratón astronauta; van alternándose en el libro, en un contrapunteo, que incorpora dinamismo y hasta cierto suspense a lo contado; al final, se encuentran, confluyen”.
“Panchi sufrió un accidente en el que se dañó la mitad del cuerpo y en una azotea, en la cual se ha recluido, entabla un lucha contra la agonía que implica el rechazo de los otros debido a sus limitaciones físicas. Nando va hasta la luna, donde piensa buscar queso que luego venderá en la tierra, con lo que conseguirá el dinero que necesita, o que piensa que necesita para recuperar la confianza de sus amigos.”
Néster Núñez ha dado a conocer previamente el libro de relatos para adultos Abismos privados y la noveleta infantil Olivia la Pamplinosa, Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara. Trabaja como corrector en Ediciones Matanzas.
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Panchi y el ratón astronauta
Leyendas de islas
Leyendas que toman como punto de partida numerosas islas dispersas en los diversos océanos del mundo, conforman el último libro de la escritora para niños Loreley Rebull que ha sido publicado por la casa editora Abril.
Dedicado a un público preferentemente adolescente, Leyendas de islas, como se titula el volumen, recoge poéticas historias que dan una explicación mítica de la existencia de princesas, guerreros, tradiciones, dioses, animales, volcanes u otros accidentes geográficos.
Entre “los pedazos de tierras flotantes” —como las denomina la autora— a los que se hace referencia en este texto, se hallan Nueva Zelanda, Bora-Bora, Galápagos, Canarias, Plymouth, Martinica, Haití y Cuba —por supuesto—, junto a otras. “No las escogí a partir de un objetivo determinado —comenta la autora—, sino que más bien fueron apareciendo poco a poco en algún libro, en la prensa escrita, en la televisión, en una conversación... Llamaban mi atención por su nombre, por un detalle determinado... y al poco tiempo ya me encontraba escribiendo.
“Algunas de las narraciones tienen una base histórica o al menos forman parte de un mito, de una leyenda original, pero otras son pura ficción, a partir de cómo yo me imaginaba que podía haber sucedido todo; era como una especie de juego. Con el tiempo vi que había reunido unas cuantas y me dije: Tienen que ver unas con otras, esto es un libro.
“Mientras concebía estas historias medité mucho en lo que son las islas, y específicamente en el hecho de que por más separadas que estén geográficamente, hay algo que las une: el mar, el estar rodeadas por el mar, el tener el mar ahí mismo a la vista. Esa es una realidad común que sin dudas acaba creando cierta comunión, que marca de igual modo sus vidas, sus costumbres, su imaginario.”
Nacida en Matanzas en 1947, Lorey Rebull León fue “persistente integrante” —según confiesa— del movimiento de Talleres Literarios. Comenzó en la literatura para adultos, con poesía y cuentos (estos últimos por lo general de terror) y “por algo natural, como por intuición” acabó dirigiéndose hacia la literatura infantil.
Más adelante, se incorporó al taller de literatura infantil que dirige en la provincia de Matanzas el destacado autor José Manuel Espino, lo que le dio “una visión más completa del género, tanto en el trabajo directo con cada texto individual como con la preparación de un libro como tal”.
Entonces comenzaron a salir los volúmenes, uno detrás del otro, y con este último ya son en total ocho libros de literatura infantil, todos de prosa, en editoriales cubanas como Abril, Gente Nueva, Oriente, Matanzas y Vigía.
Este año saldrán a la luz dos nuevos textos suyos. La Editorial Abril dará a conocer su cuento Alba y el número mágico, en un libro troquelado, y la Editorial Oriente presentará La pandilla del capitán chicharo, una colección que reúne 15 cuentos para niños.
Ambos títulos serán ilustrados por Abdel de la Campa Scaig, quien también realizó esta labor en Leyendas de islas y en otros libros anteriores de Loreley.
Dedicado a un público preferentemente adolescente, Leyendas de islas, como se titula el volumen, recoge poéticas historias que dan una explicación mítica de la existencia de princesas, guerreros, tradiciones, dioses, animales, volcanes u otros accidentes geográficos.
Entre “los pedazos de tierras flotantes” —como las denomina la autora— a los que se hace referencia en este texto, se hallan Nueva Zelanda, Bora-Bora, Galápagos, Canarias, Plymouth, Martinica, Haití y Cuba —por supuesto—, junto a otras. “No las escogí a partir de un objetivo determinado —comenta la autora—, sino que más bien fueron apareciendo poco a poco en algún libro, en la prensa escrita, en la televisión, en una conversación... Llamaban mi atención por su nombre, por un detalle determinado... y al poco tiempo ya me encontraba escribiendo.
“Algunas de las narraciones tienen una base histórica o al menos forman parte de un mito, de una leyenda original, pero otras son pura ficción, a partir de cómo yo me imaginaba que podía haber sucedido todo; era como una especie de juego. Con el tiempo vi que había reunido unas cuantas y me dije: Tienen que ver unas con otras, esto es un libro.
“Mientras concebía estas historias medité mucho en lo que son las islas, y específicamente en el hecho de que por más separadas que estén geográficamente, hay algo que las une: el mar, el estar rodeadas por el mar, el tener el mar ahí mismo a la vista. Esa es una realidad común que sin dudas acaba creando cierta comunión, que marca de igual modo sus vidas, sus costumbres, su imaginario.”
Nacida en Matanzas en 1947, Lorey Rebull León fue “persistente integrante” —según confiesa— del movimiento de Talleres Literarios. Comenzó en la literatura para adultos, con poesía y cuentos (estos últimos por lo general de terror) y “por algo natural, como por intuición” acabó dirigiéndose hacia la literatura infantil.
Más adelante, se incorporó al taller de literatura infantil que dirige en la provincia de Matanzas el destacado autor José Manuel Espino, lo que le dio “una visión más completa del género, tanto en el trabajo directo con cada texto individual como con la preparación de un libro como tal”.
Entonces comenzaron a salir los volúmenes, uno detrás del otro, y con este último ya son en total ocho libros de literatura infantil, todos de prosa, en editoriales cubanas como Abril, Gente Nueva, Oriente, Matanzas y Vigía.
Este año saldrán a la luz dos nuevos textos suyos. La Editorial Abril dará a conocer su cuento Alba y el número mágico, en un libro troquelado, y la Editorial Oriente presentará La pandilla del capitán chicharo, una colección que reúne 15 cuentos para niños.
Ambos títulos serán ilustrados por Abdel de la Campa Scaig, quien también realizó esta labor en Leyendas de islas y en otros libros anteriores de Loreley.
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lunes, agosto 26, 2013
José Kozer “dicta” diez pautas para escribir poesía
El poeta cubano José Kozer, radicado en Estados Unidos desde 1960, ha dado a conocer una especie de decálogo, con los fundamentos que él considera de imprescindible cumplimiento por todo aquel que quiere escribir poesía.
Las “Diez Pautas”, como ha denominado en realidad a su decálogo, aparecieron formando parte de la sección de anexos que se encuentra en las páginas finales de Índole, un libro de versos que publicó recientemente en Ediciones Matanzas.
Las formulaciones abarcan diversas perspectivas del proceso de creación, desde actitudes del poeta en relación con su existencia cotidiana hasta señalamientos que se refieren a la parte práctica del oficio.
En la primera de estas recomendaciones alude a la necesidad de estar en contacto directo con las letras en todo momento: “Leer toneladas de libros, leer a todos los poetas de todos los tiempos y culturas, de modo asistemático y a mansalva”.
A su juicio, este hecho “estimula la escritura” pero lo cierto es que implica algo más: es también la entrega, el compromiso absoluto con la literatura, en este caso, con la poesía, y sobre esto abunda en otro de los preceptos, cuando dice: “O se organiza la existencia alrededor de la escritura o no se escribe”.
Sobre el proceso de aprendizaje opina que lo mejor es el estudio de la mala poesía, la buena —según cree— no es aconsejable puesto que esta se acerca demasiado a lo perfecto y entonces no se ve nada. En otro momento dice también que no se debe aprender de los escritores —y mucho menos de los poetas— sino de los músicos, pintores, arquitectos...
Kozer hace recomendaciones prácticas para el proceso de escritura: “la ortodoxia y la simetría pueden acompañar, pero la irregularidad es la mejor compañera”; “Escribir desde un impulso original, plegándonos a la fuerza (no al esfuerzo) de los sentimientos”; “Saber dónde terminar un poema (es algo instintivo), donde soltar la pluma”; “escribir de sopetón; lenta corrección”.
La última pauta insiste en algo que parece elemental, obvio, pero que resulta básico para el poeta: lo importante es escribir: “No evocar, escribir. No pensar, escribir. No mirar, escribir. Tener fe en el arranque (...) dejarse llevar: el poema corre por su cuenta, solo hay que ayudarlo a parir.”
Índoles recoge unos 30 poemas de Kozer. Cuenta con edición de Alfredo Zaldívar y con sobrio diseño de Johann E. Trujillo.
Nacido en La Habana en 1940, Kozer ha dado a conocer a lo largo de su vida cerca de 60 libros y una veintena de plaquettes, y se considera por la mayor parte de los estudiosos como el poeta cubano más relevante de los que han realizado toda su obra fuera de la nación.
Con anterioridad, en Cuba solo se habían publicado tres de sus libros: Réplicas (Ediciones Vigía, 1997), la antología No buscan reflejarse (Letras Cubanas, 2001) y Semimovientes (La Torre de las Letras, 2007).
Las “Diez Pautas”, como ha denominado en realidad a su decálogo, aparecieron formando parte de la sección de anexos que se encuentra en las páginas finales de Índole, un libro de versos que publicó recientemente en Ediciones Matanzas.
Las formulaciones abarcan diversas perspectivas del proceso de creación, desde actitudes del poeta en relación con su existencia cotidiana hasta señalamientos que se refieren a la parte práctica del oficio.
En la primera de estas recomendaciones alude a la necesidad de estar en contacto directo con las letras en todo momento: “Leer toneladas de libros, leer a todos los poetas de todos los tiempos y culturas, de modo asistemático y a mansalva”.
A su juicio, este hecho “estimula la escritura” pero lo cierto es que implica algo más: es también la entrega, el compromiso absoluto con la literatura, en este caso, con la poesía, y sobre esto abunda en otro de los preceptos, cuando dice: “O se organiza la existencia alrededor de la escritura o no se escribe”.
Sobre el proceso de aprendizaje opina que lo mejor es el estudio de la mala poesía, la buena —según cree— no es aconsejable puesto que esta se acerca demasiado a lo perfecto y entonces no se ve nada. En otro momento dice también que no se debe aprender de los escritores —y mucho menos de los poetas— sino de los músicos, pintores, arquitectos...
Kozer hace recomendaciones prácticas para el proceso de escritura: “la ortodoxia y la simetría pueden acompañar, pero la irregularidad es la mejor compañera”; “Escribir desde un impulso original, plegándonos a la fuerza (no al esfuerzo) de los sentimientos”; “Saber dónde terminar un poema (es algo instintivo), donde soltar la pluma”; “escribir de sopetón; lenta corrección”.
La última pauta insiste en algo que parece elemental, obvio, pero que resulta básico para el poeta: lo importante es escribir: “No evocar, escribir. No pensar, escribir. No mirar, escribir. Tener fe en el arranque (...) dejarse llevar: el poema corre por su cuenta, solo hay que ayudarlo a parir.”
Índoles recoge unos 30 poemas de Kozer. Cuenta con edición de Alfredo Zaldívar y con sobrio diseño de Johann E. Trujillo.
Nacido en La Habana en 1940, Kozer ha dado a conocer a lo largo de su vida cerca de 60 libros y una veintena de plaquettes, y se considera por la mayor parte de los estudiosos como el poeta cubano más relevante de los que han realizado toda su obra fuera de la nación.
Con anterioridad, en Cuba solo se habían publicado tres de sus libros: Réplicas (Ediciones Vigía, 1997), la antología No buscan reflejarse (Letras Cubanas, 2001) y Semimovientes (La Torre de las Letras, 2007).
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Margarita Aldanás: “Solo quien perdona alcanza la paz”
Un mujer que dialoga acerca de sus conflictos existenciales con la sociedad y con ella misma, una mujer que encuentra en el perdón el instrumento que necesitaba para pasar páginas dolorosas y abrir otras nuevas; una mujer en esas circunstancias se presenta como protagonista de la novela Las manos de Pedro que la escritora matancera Margarita Aldanás ha dado a conocer en la Editorial Oriente, de Santiago de Cuba.
“Ella, el personaje principal, ha sufrido mucho, tiene problemas en su hogar, en la relación con el ambiente del pueblo en el que vive, y en el orden personal experimentó un suceso muy fuerte: una violación sexual”, comenta la autora.
“Sin embargo, a pesar de todo esto, sale adelante, y lo consigue aprendiendo a perdonar: solo quien perdona logra la paz que se necesita para estar con su propio ser en todo momento, sean las circunstancias que sean.”
Esta es la primera novela de Margarita Aldanás, quien hasta ahora había publicado los libros de poesía Una mujer lo sabe (Ediciones Matanzas) y Cartas para Anton (Editorial El carro del sol, Barcelona). Había dado a conocer además algunos cuentos en revistas y antologías de ese género.La novela se desarrolla a modo de monólogo de la protagonista y, como dijera el escritor Ulises Rodríguez Febles al presentar este volumen en un espacio de promoción literaria en la ciudad de Matanzas, sigue “una narración cronológica de su biografía, y otras cronológico, con interrupciones y transiciones, bruscas, imprecisas o lentísimas, como pedazos dispersos de disímiles discursos que se funden en uno solo”.
“Las manos de Pedro —agregó Ulises— es una novela, que cuando uno la lee, descubre, en la primera palabra, ella, como el foco discursivo es la mujer, una mujer de hoy, de varias épocas y latitudes, pero especialmente nuestra, de ahora mismo, que nos cuenta o de la que cuentan, su tragedia, con sus caídas y traumáticas maneras de levantarse, incluso de las humillaciones, de las vejaciones, del dolor que va más allá de las vísceras.”
“Ella, el personaje principal, ha sufrido mucho, tiene problemas en su hogar, en la relación con el ambiente del pueblo en el que vive, y en el orden personal experimentó un suceso muy fuerte: una violación sexual”, comenta la autora.
“Sin embargo, a pesar de todo esto, sale adelante, y lo consigue aprendiendo a perdonar: solo quien perdona logra la paz que se necesita para estar con su propio ser en todo momento, sean las circunstancias que sean.”
Esta es la primera novela de Margarita Aldanás, quien hasta ahora había publicado los libros de poesía Una mujer lo sabe (Ediciones Matanzas) y Cartas para Anton (Editorial El carro del sol, Barcelona). Había dado a conocer además algunos cuentos en revistas y antologías de ese género.La novela se desarrolla a modo de monólogo de la protagonista y, como dijera el escritor Ulises Rodríguez Febles al presentar este volumen en un espacio de promoción literaria en la ciudad de Matanzas, sigue “una narración cronológica de su biografía, y otras cronológico, con interrupciones y transiciones, bruscas, imprecisas o lentísimas, como pedazos dispersos de disímiles discursos que se funden en uno solo”.
“Las manos de Pedro —agregó Ulises— es una novela, que cuando uno la lee, descubre, en la primera palabra, ella, como el foco discursivo es la mujer, una mujer de hoy, de varias épocas y latitudes, pero especialmente nuestra, de ahora mismo, que nos cuenta o de la que cuentan, su tragedia, con sus caídas y traumáticas maneras de levantarse, incluso de las humillaciones, de las vejaciones, del dolor que va más allá de las vísceras.”
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Ruth Behar: Las calles rotas de mi ciudad
El pergamino Las calles rotas de mi ciudad, que contiene un poema de la escritora e investigadora cubano-americana Ruth Behar, es la más reciente publicación dada a conocer por Ediciones Vigía, en la ciudad de Matanzas.
El poeta Israel Domínguez, quien tuvo a su cargo las palabras de su presentación oficial, afirmó que este es un texto nostálgico, en el que siente añoranza por el pasado, por lo que fue y solo volverá a ser en la memoria.
“El sujeto lírico de este poema se encuentra con una ciudad natal transformada, distinta a lo que fue, y a partir de esto echa de menos a tantas cosas que ya no son; la ciudad como metáfora, como línea desde la cual se valora el paso del tiempo, el peso del tiempo sobre la existencia humana”, comenta Israel.
“Se echa de menos a su infancia, ya perdida; a la familia, que ya no es la misma; a la propia vitalidad como ser humano y a la ciudad que se conoció y que se ha convertido en otra, que se ha deteriorado junto con todo lo que fue, con los recuerdos, y ha mutado, es otra frente a la mirada”. El poeta Rolando Estévez, diseñador del pergamino, afirma además que este poema constituye, por su estructura, por sus ambiciones conceptuales, “un poema-cuento, un poema-novela, un poema-mundo”, en el que pueden percibirse estos estremecimientos, estas inquietudes del sujeto lírico.
Estévez, también a cargo de los dibujos que se incorporaron como parte del diseño, utilizó para la realización de esta publicación papeles blanco, craft y ecológico de texturas y gramajes diversos; papel de techo; aserrín; textiles; conchas y piedras marinas, entre otros materiales.
Nacida en La Habana en 1956, Ruth Behare migró junto con su familia hacia los Estados Unidos, cuando ella tenía cuatro años de edad. En la actualidad es profesora en la Universidad de Michigan. Ha publicado textos relacionados con la antropología, y libros de ensayo, poesía y otros géneros literarios.
El poeta Israel Domínguez, quien tuvo a su cargo las palabras de su presentación oficial, afirmó que este es un texto nostálgico, en el que siente añoranza por el pasado, por lo que fue y solo volverá a ser en la memoria.
“El sujeto lírico de este poema se encuentra con una ciudad natal transformada, distinta a lo que fue, y a partir de esto echa de menos a tantas cosas que ya no son; la ciudad como metáfora, como línea desde la cual se valora el paso del tiempo, el peso del tiempo sobre la existencia humana”, comenta Israel.
“Se echa de menos a su infancia, ya perdida; a la familia, que ya no es la misma; a la propia vitalidad como ser humano y a la ciudad que se conoció y que se ha convertido en otra, que se ha deteriorado junto con todo lo que fue, con los recuerdos, y ha mutado, es otra frente a la mirada”. El poeta Rolando Estévez, diseñador del pergamino, afirma además que este poema constituye, por su estructura, por sus ambiciones conceptuales, “un poema-cuento, un poema-novela, un poema-mundo”, en el que pueden percibirse estos estremecimientos, estas inquietudes del sujeto lírico.
Estévez, también a cargo de los dibujos que se incorporaron como parte del diseño, utilizó para la realización de esta publicación papeles blanco, craft y ecológico de texturas y gramajes diversos; papel de techo; aserrín; textiles; conchas y piedras marinas, entre otros materiales.
Nacida en La Habana en 1956, Ruth Behare migró junto con su familia hacia los Estados Unidos, cuando ella tenía cuatro años de edad. En la actualidad es profesora en la Universidad de Michigan. Ha publicado textos relacionados con la antropología, y libros de ensayo, poesía y otros géneros literarios.
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Leyenda de islas
Leyendas que toman como punto de partida numerosas islas dispersas en los diversos océanos del mundo, conforman el último libro de la escritora para niños Loreley Rebull, publicado por la casa editora Abril.
Dedicado a un público preferentemente adolescente, Leyendas de islas, como se titula el volumen, recoge poéticas historias que dan una explicación mítica de la existencia de princesas, guerreros, tradiciones, dioses, animales, volcanes u otros accidentes geográficos.
Entre “los pedazos de tierras flotantes” —como las denomina la autora— a los que se hace referencia en este texto, se hallan Nueva Zelanda, Bora-Bora, Galápagos, Canarias, Plymouth, Martinica, Haití y Cuba —por supuesto—, junto a otras.
“No las escogí a partir de un objetivo determinado —comenta la autora—, sino que fueron apareciendo poco a poco en algún libro, en la prensa escrita, en la televisión, en una conversación... Llamaban mi atención por su nombre, por un detalle determinado... y al poco tiempo ya me encontraba escribiendo.
“Algunas de las narraciones tienen una base histórica o al menos forman parte de un mito, de una leyenda original, pero otras son pura ficción, a partir de cómo yo me imaginaba que podía haber sucedido todo; era como una especie de juego. Con el tiempo vi que había reunido unas cuantas y me dije: Tienen que ver unas con otras, esto es un libro.
“Mientras concebía estas historias medité mucho en lo que son las islas, y específicamente en el hecho de que por más separadas que estén geográficamente, hay algo que las une: el mar, el estar rodeadas por el mar, el tener el mar ahí mismo a la vista. Esa es una realidad común que sin dudas acaba creando cierta comunión, que marca de igual modo sus vidas, sus costumbres, su imaginario”.
Nacida en Matanzas en 1947, Lorey Rebull León fue “persistente integrante” —según confiesa— del movimiento de Talleres Literarios. Comenzó en la literatura para adultos, con poesía y cuentos (estos últimos por lo general de terror) y “por algo natural, como por intuición” acabó dirigiéndose hacia la literatura infantil.
Más adelante, se incorporó al taller de literatura infantil que dirige en la provincia de Matanzas el destacado autor José Manuel Espino, lo que le dio “una visión más completa del género, tanto en el trabajo directo con cada texto individual como con la preparación de un libro como tal”.
Entonces comenzaron a salir los volúmenes, uno detrás del otro, y con este último ya son en total ocho libros de literatura infantil, todos de prosa, en editoriales cubanas como Abril, Gente Nueva, Oriente, Matanzas y Vigía.
Este año saldrán a la luz dos nuevos textos suyos. La Editorial Abril dará a conocer su cuento Alba y el número mágico, en un libro troquelado, y la Editorial Oriente presentará La pandilla del capitán chicharo, una colección que reúne 15 cuentos para niños.
Ambos títulos serán ilustrados por Abdel de la Campa Scaig, quien también realizó esta labor en Leyendas de islas y en otros libros anteriores de la autora.
Dedicado a un público preferentemente adolescente, Leyendas de islas, como se titula el volumen, recoge poéticas historias que dan una explicación mítica de la existencia de princesas, guerreros, tradiciones, dioses, animales, volcanes u otros accidentes geográficos.
Entre “los pedazos de tierras flotantes” —como las denomina la autora— a los que se hace referencia en este texto, se hallan Nueva Zelanda, Bora-Bora, Galápagos, Canarias, Plymouth, Martinica, Haití y Cuba —por supuesto—, junto a otras.
“No las escogí a partir de un objetivo determinado —comenta la autora—, sino que fueron apareciendo poco a poco en algún libro, en la prensa escrita, en la televisión, en una conversación... Llamaban mi atención por su nombre, por un detalle determinado... y al poco tiempo ya me encontraba escribiendo.
“Algunas de las narraciones tienen una base histórica o al menos forman parte de un mito, de una leyenda original, pero otras son pura ficción, a partir de cómo yo me imaginaba que podía haber sucedido todo; era como una especie de juego. Con el tiempo vi que había reunido unas cuantas y me dije: Tienen que ver unas con otras, esto es un libro.
“Mientras concebía estas historias medité mucho en lo que son las islas, y específicamente en el hecho de que por más separadas que estén geográficamente, hay algo que las une: el mar, el estar rodeadas por el mar, el tener el mar ahí mismo a la vista. Esa es una realidad común que sin dudas acaba creando cierta comunión, que marca de igual modo sus vidas, sus costumbres, su imaginario”.
Nacida en Matanzas en 1947, Lorey Rebull León fue “persistente integrante” —según confiesa— del movimiento de Talleres Literarios. Comenzó en la literatura para adultos, con poesía y cuentos (estos últimos por lo general de terror) y “por algo natural, como por intuición” acabó dirigiéndose hacia la literatura infantil.
Más adelante, se incorporó al taller de literatura infantil que dirige en la provincia de Matanzas el destacado autor José Manuel Espino, lo que le dio “una visión más completa del género, tanto en el trabajo directo con cada texto individual como con la preparación de un libro como tal”.
Entonces comenzaron a salir los volúmenes, uno detrás del otro, y con este último ya son en total ocho libros de literatura infantil, todos de prosa, en editoriales cubanas como Abril, Gente Nueva, Oriente, Matanzas y Vigía.
Este año saldrán a la luz dos nuevos textos suyos. La Editorial Abril dará a conocer su cuento Alba y el número mágico, en un libro troquelado, y la Editorial Oriente presentará La pandilla del capitán chicharo, una colección que reúne 15 cuentos para niños.
Ambos títulos serán ilustrados por Abdel de la Campa Scaig, quien también realizó esta labor en Leyendas de islas y en otros libros anteriores de la autora.
miércoles, junio 26, 2013
Carlos Esquivel: “Me quedan muchas deudas con la poesía”
Carlos Esquivel Guerra (Las Tunas, Elia, 1968) afirmó que le quedan muchas deudas con la poesía, a pesar de que ha publicado más de una decena de libros que le han dado visibilidad entre los poetas contemporáneos de la Isla.
“Me quedan deudas temáticas, me queda una vida, o un pedazo de vida, que manchar con, y entre, palabras. Me quedan, aún, aquellos desafíos con los que comencé a escribir (...)”, dijo Esquivel tras la presentación de El ciclo de nadie, antología personal de su obra poética, publicada por Ediciones Vigía este año.
Esta selección recoge un total de 43 textos, pertenecientes a 11 libros que dio a conocer entre 1999 y 2008, en los cuales aborda la búsqueda en las raíces de la nacionalidad, el viaje, la guerra, la marginalidad, el cine, el baseball y otras cuestiones que aportan elementos a sus indagaciones en torno a la esencia del ser humano.
“Me muevo hacia distintas zonas, a ratos lúdicas, a ratos hirientes, casi solemnes, un poeta de lo que podría llamarse neovanguardia, pero me temo que ni siquiera tal conceptualización es exacta, o relativamente exacta”, dijo Esquivel, tratando de ubicar, de definir su manera de concebir la poesía.
“Escribo décimas, epigramas, poemas en prosa que no son ni una cosa o la otra (y esa máscara presupone un hallazgo sin otros límites que los corrosivos), un goteo silvestre cerebral, algo distinto a lo que admiro, porque de eso se trata: tolerar el desafío de cualquier tradición y desafiar esa misma tradición”.
Estela Ación, editora de El ciclo de nadie, afirma que en el mismo “se presenta una gran variedad de textos, en los que se percibe la evolución, el crecimiento de este importante poeta cubano”.
El diseño de esta antología personal de su obra poética estuvo a cargo de Abdel de la Campa, quien empleó en su propuesta visual diversos materiales: textiles, recortería de cajas, papeles de diversas texturas...
Poeta y narrador, Carlos Esquivel Guerra (Las Tunas, Elia, 1968) ha ganado premios como: el Iberoamericano de la Décima Cucalambé 2005”, Jara Carrillo 2006 en España, La Gaceta de Cuba, José María Heredia, Hermanos Loynaz, Oriente, Manuel Cofiño, y Regino E. Boti, entre otros.
Textos suyos aparecen en revistas y en antologías de más de diez países. Es autor, entre otros, de los libros Perros ladrándole a Dios (poesía, 1999, Premio a la mejor Ópera Prima del año); Tren de Oriente (México, poesía, 2001); Los animales del cuerpo (cuento, 2001); La isla imposible y otras mujeres (cuento, 2002), El boulevard de los Capuchinos (poesía, 2003); Matando a los pieles rojas (poesía, 2008) y Los hijos del kamikaze (poesía, 2008).
Fundada exactamente en el año 1985, Ediciones Vigía se caracteriza por producciones totalmente manufacturadas, esgrafiadas, confeccionadas con papeles de desecho, materiales rústicos, iluminadas a mano y en tiradas de doscientos ejemplares.
Es tan peculiar el diálogo entre texto y diseño gráfico, que sus libros se convierten en verdaderos objetos de arte codiciados por instituciones públicas o coleccionistas privados del mundo.
“Me quedan deudas temáticas, me queda una vida, o un pedazo de vida, que manchar con, y entre, palabras. Me quedan, aún, aquellos desafíos con los que comencé a escribir (...)”, dijo Esquivel tras la presentación de El ciclo de nadie, antología personal de su obra poética, publicada por Ediciones Vigía este año.
Esta selección recoge un total de 43 textos, pertenecientes a 11 libros que dio a conocer entre 1999 y 2008, en los cuales aborda la búsqueda en las raíces de la nacionalidad, el viaje, la guerra, la marginalidad, el cine, el baseball y otras cuestiones que aportan elementos a sus indagaciones en torno a la esencia del ser humano.
“Me muevo hacia distintas zonas, a ratos lúdicas, a ratos hirientes, casi solemnes, un poeta de lo que podría llamarse neovanguardia, pero me temo que ni siquiera tal conceptualización es exacta, o relativamente exacta”, dijo Esquivel, tratando de ubicar, de definir su manera de concebir la poesía.
“Escribo décimas, epigramas, poemas en prosa que no son ni una cosa o la otra (y esa máscara presupone un hallazgo sin otros límites que los corrosivos), un goteo silvestre cerebral, algo distinto a lo que admiro, porque de eso se trata: tolerar el desafío de cualquier tradición y desafiar esa misma tradición”.
Estela Ación, editora de El ciclo de nadie, afirma que en el mismo “se presenta una gran variedad de textos, en los que se percibe la evolución, el crecimiento de este importante poeta cubano”.
El diseño de esta antología personal de su obra poética estuvo a cargo de Abdel de la Campa, quien empleó en su propuesta visual diversos materiales: textiles, recortería de cajas, papeles de diversas texturas...
Poeta y narrador, Carlos Esquivel Guerra (Las Tunas, Elia, 1968) ha ganado premios como: el Iberoamericano de la Décima Cucalambé 2005”, Jara Carrillo 2006 en España, La Gaceta de Cuba, José María Heredia, Hermanos Loynaz, Oriente, Manuel Cofiño, y Regino E. Boti, entre otros.
Textos suyos aparecen en revistas y en antologías de más de diez países. Es autor, entre otros, de los libros Perros ladrándole a Dios (poesía, 1999, Premio a la mejor Ópera Prima del año); Tren de Oriente (México, poesía, 2001); Los animales del cuerpo (cuento, 2001); La isla imposible y otras mujeres (cuento, 2002), El boulevard de los Capuchinos (poesía, 2003); Matando a los pieles rojas (poesía, 2008) y Los hijos del kamikaze (poesía, 2008).
Fundada exactamente en el año 1985, Ediciones Vigía se caracteriza por producciones totalmente manufacturadas, esgrafiadas, confeccionadas con papeles de desecho, materiales rústicos, iluminadas a mano y en tiradas de doscientos ejemplares.
Es tan peculiar el diálogo entre texto y diseño gráfico, que sus libros se convierten en verdaderos objetos de arte codiciados por instituciones públicas o coleccionistas privados del mundo.
Cajón de bateo, algunas claves entre béisbol y cultura
El libro de crónicas Cajón de bateo, publicado por Norberto Codina en Ediciones Matanzas, establece vínculos entre béisbol y cultura que traen nuevas maneras de asumir, de ubicar en la Isla — dentro de su historia, tradiciones y procesos de formación— ese deporte que tanto apasiona a sus habitantes.
Norberto Codina, editor, poeta y un versado aficionado de la pelota, asegura que “nuestros peloteros, sus jugadas y su historia forman parte de lo universal criollo que integra nuestra identidad”.
Para demostrar tales conclusiones, Codina articuló lazos —según lo expresa en el libro— “entre el deporte nacional y protagonistas de nuestra cultura y acontecer histórico, interrelaciones entre eventos y manifestaciones del arte y la literatura que se imbrican en ese tejido identitario, en diálogo con la cuenca caribeña y sobre todo con ese espacio originario de nuestra pelota que es la cultura norteamericana”.
Nicolás Guillén, José Lezama Lima, José Rodríguez Feo, Roberto Fernández Retamar... son algunos ejemplos de artistas cubanos, en este caso escritores, a los que se presenta vinculados de diversas maneras con el béisbol, sea con algún partido en específico, con algún deportista relevante o dando criterios genéricos sobre ese deporte.
El crítico Omar Valiño, en las palabras introductorias del volumen, comenta que Codina conecta la pelota “con la historia y los procesos marginales, con la política” y “emociona en el pasaje donde revive las protestas del Directorio Estudiantil Revolucionario contra la dictadura batistiana en el Gran Stadium del Cerro”.
Cajón de bateo. Algunas claves entre béisbol y cultura fue editado por Lincoln Capote Peón y cuenta con diseño de Johann E. Trujillo. Ediciones Matanzas lo dio a conocer en su colección Los Molinos.
Norberto Codina Boeras (Caracas, 1951) es director desde hace 25 años de la prestigiosa revista cubana La Gaceta de Cuba. Entre sus libros más recientes se encuentra el poemario El leve viaje de la sangre (Editorial San Librario, Bogotá, 2012).
Norberto Codina, editor, poeta y un versado aficionado de la pelota, asegura que “nuestros peloteros, sus jugadas y su historia forman parte de lo universal criollo que integra nuestra identidad”.
Para demostrar tales conclusiones, Codina articuló lazos —según lo expresa en el libro— “entre el deporte nacional y protagonistas de nuestra cultura y acontecer histórico, interrelaciones entre eventos y manifestaciones del arte y la literatura que se imbrican en ese tejido identitario, en diálogo con la cuenca caribeña y sobre todo con ese espacio originario de nuestra pelota que es la cultura norteamericana”.
Nicolás Guillén, José Lezama Lima, José Rodríguez Feo, Roberto Fernández Retamar... son algunos ejemplos de artistas cubanos, en este caso escritores, a los que se presenta vinculados de diversas maneras con el béisbol, sea con algún partido en específico, con algún deportista relevante o dando criterios genéricos sobre ese deporte.
El crítico Omar Valiño, en las palabras introductorias del volumen, comenta que Codina conecta la pelota “con la historia y los procesos marginales, con la política” y “emociona en el pasaje donde revive las protestas del Directorio Estudiantil Revolucionario contra la dictadura batistiana en el Gran Stadium del Cerro”.
Cajón de bateo. Algunas claves entre béisbol y cultura fue editado por Lincoln Capote Peón y cuenta con diseño de Johann E. Trujillo. Ediciones Matanzas lo dio a conocer en su colección Los Molinos.
Norberto Codina Boeras (Caracas, 1951) es director desde hace 25 años de la prestigiosa revista cubana La Gaceta de Cuba. Entre sus libros más recientes se encuentra el poemario El leve viaje de la sangre (Editorial San Librario, Bogotá, 2012).
Abdel de la Campa: “La ilustración es un atractivo fundamental en el libro infantil”
“En la literatura infantil la ilustración puede ser tan importante como el propio texto, e incluso sobrepasarlo: fíjense solamente en el libro-álbum que se está popularizando en Cuba en los últimos tiempos; es algo obvio, a partir de las necesidades, de las peculiaridades del niño, el público tan especial de este tipo de literatura”.
Así lo afirmó Abdel de la Campa Scaig, joven ilustrador de textos para niños y jóvenes, uno de los invitados a la tertulia literaria que con carácter mensual realiza la filial de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en la provincia de Matanzas, y que en esta oportunidad contó también con la presencia de los investigadores Ercilio Vento Canosa y Alina López Hernández.
“La ilustración —aseguró Abdel— es un atractivo fundamental en el libro infantil y puede decidir la suerte de este frente a sus pequeños y exigentes lectores. Si no les llama la atención, si no les gusta lo que ven, las imágenes, pueden echarlo a un lado, dejarlo en cualquier rincón. Quien compra un título de estos lo sabe, por intuición, por lógica, y siempre lo tiene muy en cuenta”.
Graduado en el Instituto Superior de Diseño en 2009, Abdel se desempeña en la actualidad como ilustrador de Ediciones Matanzas y ha realizado colaboraciones con otras editoriales cubanas como Oriente, Abril y Vigía.
Según comentó, el trabajo en estas casas editoras, cada una con perfiles editoriales distintos, y además con recursos de impresión diversos, le impone retos profesionales, le abre novedosas perspectivas de lo que es la ilustración, una carrera en la que reconoce encontrarse “apenas en el umbral, apenas dando los primeros pasos, aunque ya fascinado, ansioso por ir cada vez hacia lo que se atisba más allá”.
También se refirió a la estrecha relación que debe establecerse con el texto, que “debe leerse una y otra vez” mientras se desarrolla el proceso creativo, el cual, confiesa, “deberá traer como fruto no el calco, la repetición de lo que se dice en la letra impresa, el mero complemento, sino otro punto de vista que desde la ilustración interprete, recree, amplíe lo que ha propuesto el escritor”.
Al referirse a algunas de sus peculiaridades como ilustrador, aseguró que se empeña en que cada nuevo libro tenga una propuesta distinta, acorde con lo que este pide, aunque inevitablemente se repiten algunos elementos como el papel de las figuras geométricas en sus creaciones, determinadas exageraciones de proporciones y expresiones...
En la tertulia, en la que se contó como público fundamental con periodistas de esta provincia y estudiantes de la carrera de Periodismo en la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos, también se presentó el libro El otro Antonio (Ediciones Matanzas, 2012), de Ercilio Vento Canosa, quien recogió en este volumen testimonios relacionados con la vida y obra de Antonio Núñez Jiménez.
Por su parte, la doctora Alina López Hernández se refirió a Segundas lecturas. Intelectualidad y cultura de la república burguesa, un libro de ensayos que dará a conocer este año en Ediciones Matanzas. Este volumen aborda la política cultural desplegada por el Partido Comunista antes de 1959. Durante su intervención en la tertulia, Alina abordó específicamente peculiaridades de la prensa.
Así lo afirmó Abdel de la Campa Scaig, joven ilustrador de textos para niños y jóvenes, uno de los invitados a la tertulia literaria que con carácter mensual realiza la filial de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en la provincia de Matanzas, y que en esta oportunidad contó también con la presencia de los investigadores Ercilio Vento Canosa y Alina López Hernández.
“La ilustración —aseguró Abdel— es un atractivo fundamental en el libro infantil y puede decidir la suerte de este frente a sus pequeños y exigentes lectores. Si no les llama la atención, si no les gusta lo que ven, las imágenes, pueden echarlo a un lado, dejarlo en cualquier rincón. Quien compra un título de estos lo sabe, por intuición, por lógica, y siempre lo tiene muy en cuenta”.
Graduado en el Instituto Superior de Diseño en 2009, Abdel se desempeña en la actualidad como ilustrador de Ediciones Matanzas y ha realizado colaboraciones con otras editoriales cubanas como Oriente, Abril y Vigía.
Según comentó, el trabajo en estas casas editoras, cada una con perfiles editoriales distintos, y además con recursos de impresión diversos, le impone retos profesionales, le abre novedosas perspectivas de lo que es la ilustración, una carrera en la que reconoce encontrarse “apenas en el umbral, apenas dando los primeros pasos, aunque ya fascinado, ansioso por ir cada vez hacia lo que se atisba más allá”.
También se refirió a la estrecha relación que debe establecerse con el texto, que “debe leerse una y otra vez” mientras se desarrolla el proceso creativo, el cual, confiesa, “deberá traer como fruto no el calco, la repetición de lo que se dice en la letra impresa, el mero complemento, sino otro punto de vista que desde la ilustración interprete, recree, amplíe lo que ha propuesto el escritor”.
Al referirse a algunas de sus peculiaridades como ilustrador, aseguró que se empeña en que cada nuevo libro tenga una propuesta distinta, acorde con lo que este pide, aunque inevitablemente se repiten algunos elementos como el papel de las figuras geométricas en sus creaciones, determinadas exageraciones de proporciones y expresiones...
En la tertulia, en la que se contó como público fundamental con periodistas de esta provincia y estudiantes de la carrera de Periodismo en la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos, también se presentó el libro El otro Antonio (Ediciones Matanzas, 2012), de Ercilio Vento Canosa, quien recogió en este volumen testimonios relacionados con la vida y obra de Antonio Núñez Jiménez.
Por su parte, la doctora Alina López Hernández se refirió a Segundas lecturas. Intelectualidad y cultura de la república burguesa, un libro de ensayos que dará a conocer este año en Ediciones Matanzas. Este volumen aborda la política cultural desplegada por el Partido Comunista antes de 1959. Durante su intervención en la tertulia, Alina abordó específicamente peculiaridades de la prensa.
Dan a conocer resultados del premio de la crítica matancera
Los libros Otro retorno al país natal (poesía), de Laura Ruiz Montes; Letras húmedas. La ciudad poética (ensayo), de Urbano Martínez Carmenate y Retablo abierto (crítica, periodismo), de Rubén Darío Salazar; fueron los ganadores del Premio de la Crítica Literaria Orlando García Lorenzo, otorgado anualmente por la UNEAC de la provincia de Matanzas a los tres mejores volúmenes publicados por autores residentes en este territorio.
En esta oportunidad fueron analizados cerca de 30 libros de varios géneros literarios, dados a conocer durante 2012 en diversas editoriales del país, aunque la mayoría de los títulos perteneció a Ediciones Matanzas, entre ellos los tres que en definitiva resultaron ganadores.
En Otro retorno al país natal, que obtuviera antes el Premio José Jacinto Milanés 2011, Laura Ruiz propone un conmovedor reencuentro con la realidad del cubano contemporáneo, es un viaje, una marcha hacia su historia y también su cotidianidad, hacia su intimidad, puertas adentro, mediante un verso descarnado pero muy finamente tallado, y más que fino, auténtico, sincero.
Aunque es más conocida como poeta, Laura Ruiz ha incursionado con éxito en varios géneros literarios: ensayo, narrativa, teatro y literatura para niños. Ha recibido numerosos reconocimientos entre los que destaca el Premio de la Crítica 2008 por su cuaderno de versos Los frutos ácidos. Es reconocida además por su labor como editora, en Vigía, y otros proyectos editoriales.
Letras húmedas. La ciudad poética, que alcanzara también el Premio Fundación de la Ciudad de Matanzas 2012, hace un recorrido por los modos en que la ciudad de Matanzas fue vista por los poetas, por la poesía, desde la tercera década del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.
Licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericanas por la Universidad de La Habana y miembro correspondiente de la Academia de la Historia de Cuba, Urbano Martínez Carmenate es uno de los biógrafos de mayor reconocimiento en el país. Entre sus libros se destacan Domingo del Monte y su tiempo (Premio de la Crítica), además de las biografías de José Jacinto Milanés, Bonifacio Byrne y Carilda Oliver Labra, entre otras. Recientemente alcanzó mención en el Premio Casa de las Américas por una biografía sobre Alejo Carpentier.
Retablo abierto, de Rubén Darío Salazar, es una aportadora recopilación de artículos, reseñas, entrevistas, investigaciones, sobre el teatro de títeres en Cuba, desde sus inicios hasta los momentos actuales.
Rubén Darío Salazar (Santiago de Cuba, 1963) es director artístico, actor, investigador teatral. Trabajó como actor en el grupo Papalote y fundó y dirige Teatro de las Estaciones, uno de los grupos emblemáticos del teatro para niños en estos momentos. Algunas de sus puestas en escenas han merecido el Premio Villanueva de la crítica teatral y otros importantes reconocimientos en el país y en el mundo.
El jurado de esta última edición del Premio de la Crítica Orlando García Lorenzo lo integraron el poeta y editor Alpidio Alonso, y los críticos literarios y ensayistas David Leyva y Lincoln Capote Peón.
Los resultados se dieron a conocer en el cierre de una jornada literaria que se desarrolló entre el 14 y el 16 de mayo, en la casa sede de la UNEAC de la provincia de Matanzas.
Como parte de esta jornada fue realizado además un concurso de reseñas de temática artística y literaria, donde resultó premiado un texto del poeta Yovanny Ferrer Lozano.
También se llevó a cabo el espacio “Letras on line: Las publicaciones digitales culturales”, en el que se expusieron las experiencias del portal cultural Atenas y de la revista digital Mar Desnudo, así como un panorama de la blogosfera cubana actual.
Ercilio Vento impartió una conferencia sobre la muerte de Martí; Urbano Martínez Carmenate se refirió a José Jacinto Milanés y Caridad Contreras Llorca comentó sobre la poesía cubana en el periódico El Ateneo.
En otro momento, Alpidio Alonso compartió sus pesquisas sobre la vida y obra de Roque Dalton y se presentaron la revista Amnios, los libros Idas, de Alpidio Alonso, y la compilación de artículos Escritores olvidados de la República.
En esta oportunidad fueron analizados cerca de 30 libros de varios géneros literarios, dados a conocer durante 2012 en diversas editoriales del país, aunque la mayoría de los títulos perteneció a Ediciones Matanzas, entre ellos los tres que en definitiva resultaron ganadores.
En Otro retorno al país natal, que obtuviera antes el Premio José Jacinto Milanés 2011, Laura Ruiz propone un conmovedor reencuentro con la realidad del cubano contemporáneo, es un viaje, una marcha hacia su historia y también su cotidianidad, hacia su intimidad, puertas adentro, mediante un verso descarnado pero muy finamente tallado, y más que fino, auténtico, sincero.
Aunque es más conocida como poeta, Laura Ruiz ha incursionado con éxito en varios géneros literarios: ensayo, narrativa, teatro y literatura para niños. Ha recibido numerosos reconocimientos entre los que destaca el Premio de la Crítica 2008 por su cuaderno de versos Los frutos ácidos. Es reconocida además por su labor como editora, en Vigía, y otros proyectos editoriales.
Letras húmedas. La ciudad poética, que alcanzara también el Premio Fundación de la Ciudad de Matanzas 2012, hace un recorrido por los modos en que la ciudad de Matanzas fue vista por los poetas, por la poesía, desde la tercera década del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.
Licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericanas por la Universidad de La Habana y miembro correspondiente de la Academia de la Historia de Cuba, Urbano Martínez Carmenate es uno de los biógrafos de mayor reconocimiento en el país. Entre sus libros se destacan Domingo del Monte y su tiempo (Premio de la Crítica), además de las biografías de José Jacinto Milanés, Bonifacio Byrne y Carilda Oliver Labra, entre otras. Recientemente alcanzó mención en el Premio Casa de las Américas por una biografía sobre Alejo Carpentier.
Retablo abierto, de Rubén Darío Salazar, es una aportadora recopilación de artículos, reseñas, entrevistas, investigaciones, sobre el teatro de títeres en Cuba, desde sus inicios hasta los momentos actuales.
Rubén Darío Salazar (Santiago de Cuba, 1963) es director artístico, actor, investigador teatral. Trabajó como actor en el grupo Papalote y fundó y dirige Teatro de las Estaciones, uno de los grupos emblemáticos del teatro para niños en estos momentos. Algunas de sus puestas en escenas han merecido el Premio Villanueva de la crítica teatral y otros importantes reconocimientos en el país y en el mundo.
El jurado de esta última edición del Premio de la Crítica Orlando García Lorenzo lo integraron el poeta y editor Alpidio Alonso, y los críticos literarios y ensayistas David Leyva y Lincoln Capote Peón.
Los resultados se dieron a conocer en el cierre de una jornada literaria que se desarrolló entre el 14 y el 16 de mayo, en la casa sede de la UNEAC de la provincia de Matanzas.
Como parte de esta jornada fue realizado además un concurso de reseñas de temática artística y literaria, donde resultó premiado un texto del poeta Yovanny Ferrer Lozano.
También se llevó a cabo el espacio “Letras on line: Las publicaciones digitales culturales”, en el que se expusieron las experiencias del portal cultural Atenas y de la revista digital Mar Desnudo, así como un panorama de la blogosfera cubana actual.
Ercilio Vento impartió una conferencia sobre la muerte de Martí; Urbano Martínez Carmenate se refirió a José Jacinto Milanés y Caridad Contreras Llorca comentó sobre la poesía cubana en el periódico El Ateneo.
En otro momento, Alpidio Alonso compartió sus pesquisas sobre la vida y obra de Roque Dalton y se presentaron la revista Amnios, los libros Idas, de Alpidio Alonso, y la compilación de artículos Escritores olvidados de la República.
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