Un notable aporte para la comprensión de la literatura matancera resulta el libro Los puentes abiertos, del investigador Urbano Martínez Carmenate, dado a conocer hoy en el Museo Provincial Palacio de Junco.
Al presentar el volumen, el poeta y editor Alfredo Zaldívar señaló que se trata de un profundo recorrido por el panorama de las letras en este territorio desde sus mismos inicios hasta el 1844.
“Desde las alusiones a Matanzas por los cronistas de indias, comienza un viaje que no obvia los primeros textos escritos en la localidad, (aún cuando su valor no pase del documental), los espacios de vacío en que la producción literaria es nula o desvalorizable, la visón de los viajeros (pienso en el reverendo norteamericano Abiel Abot, uno de los primeros de tan ilustre saga, que aportaran a la historia local, otras miradas, y en el grabador francés Federico Miahle, imprescindible a la iconografía matancera); la llegada de la imprenta y las primeras publicaciones literarias (La Guirnalda) y las publicaciones históricas, el periodismo —en la que destaca la labor literaria de ese portento de modernidad que fue La Aurora—, la esclarecedora sección dedicada a la tertulia matancera con y con del Monte, la historiografía local, sus pioneros…”
Zaldívar destacó además “la clara exposición que hace el autor de la relación entre la ciudad y aquellos figuras que no siendo matanceros de nacimiento (Zequeira, Heredia, Plácido, Manzano, Tanco, Del Monte) dejaron aquí su traza, o pueden figurar con la misma plenitud que Milanés, en los cimientos de la matanceridad”.
Al presentar el volumen, el poeta y editor Alfredo Zaldívar señaló que se trata de un profundo recorrido por el panorama de las letras en este territorio desde sus mismos inicios hasta el 1844.
“Desde las alusiones a Matanzas por los cronistas de indias, comienza un viaje que no obvia los primeros textos escritos en la localidad, (aún cuando su valor no pase del documental), los espacios de vacío en que la producción literaria es nula o desvalorizable, la visón de los viajeros (pienso en el reverendo norteamericano Abiel Abot, uno de los primeros de tan ilustre saga, que aportaran a la historia local, otras miradas, y en el grabador francés Federico Miahle, imprescindible a la iconografía matancera); la llegada de la imprenta y las primeras publicaciones literarias (La Guirnalda) y las publicaciones históricas, el periodismo —en la que destaca la labor literaria de ese portento de modernidad que fue La Aurora—, la esclarecedora sección dedicada a la tertulia matancera con y con del Monte, la historiografía local, sus pioneros…”
Zaldívar destacó además “la clara exposición que hace el autor de la relación entre la ciudad y aquellos figuras que no siendo matanceros de nacimiento (Zequeira, Heredia, Plácido, Manzano, Tanco, Del Monte) dejaron aquí su traza, o pueden figurar con la misma plenitud que Milanés, en los cimientos de la matanceridad”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario