Alfredo Zaldívar, destacado editor, aseguró que su trabajo persistente e inteligente ha permitido que jóvenes creadores de distintas zonas del país ‘afilaran’ sus miradas, sus perspectivas e instrumentos escriturales, y lograran ubicarse en planos principales del actual panorama literario de la Isla.
De la propia Matanzas una buena cantidad de escritores noveles ha pasado los cursos convocados anualmente por el Centro Onelio (así se le nombra habitualmente), entre los que se hallan Daneris Fernández, Isnalbys Crespo, Norge Céspedes, Dianelys Pujols, Néster Núñez, Ever Poll y Karel Bofill.
Algunos de ellos asistieron al homenaje, organizado este domingo 12 de octubre en la filial provincial de la UNEAC, como parte de las actividades del Premio Literario Fundación de la Ciudad de Matanzas.
Ever Poll afirmó que “siempre resultaba algo muy significativo, inolvidable, ser aceptado en su curso anual, no solo por el nivel técnico que se ganaba, sino además por el contacto con escritores de primer nivel (profesores o invitados a las diversas clases), y con los otros escritores jóvenes, con sus compañeros de aula de entonces”.
A Karell Bofill lo impresionó “el ambiente positivo, el ambiente profesional y a la vez amistoso, constructivo, que siempre se trataba de mantener, a pesar de que a veces, a la hora de criticar las obras, de señalar las dificultades, pasaban ‘bajita’ la cuchilla”. Recordaba además una persona que es como un ángel: Ivonne Galeano, una de las organizadoras, siempre al tanto del más ínfimo detalle para que todo marche bien.
Por su parte, Néster Núñez valoró la entera libertad que se tenía en todo momento para perfilar la tendencia estilística de cada cual, sin ningún tipo de interferencia, como podía apreciarse en la obra diversa, muy diversa, de quienes lo han pasado.
Fundado en 1998, por Eduardo Heras León, Ivonne Galeano y Francisco López Sacha, y perteneciente al Ministerio de Cultura de Cuba, el Centro de Formación Literaria Onelio es único de su tipo en el país, y se considera heredero de las experiencias del Centro Mexicano de Escritores de los años 50, y del Movimiento de Talleres Literarios de Cuba.
Según informa su página digital, sus aulas han recibido “a más de quinientos alumnos: estudiantes, trabajadores, abogados, periodistas, médicos, bioquímicos, diseñadores, ingenieros en telecomunicaciones, geógrafos, físicos, informáticos, todos jóvenes provenientes de diversos campos profesionales, y también de disímiles lugares, algunos de estos muy alejados de la capital del país, desde pequeños pueblos como Jobabo o Cacocum hasta capitales provinciales tan distantes como Guantánamo”.